En cuanto a la intención, al parecer, pretendió comparar la invasión peruana del año 41 con el reciente conflicto con Colombia, para concluir que Arroyo del Río no supo manejar la situación y que él sí. Les explico:

1.- Carlos Alberto Arroyo del Río era el Presidente del Ecuador cuando en julio de 1941 el ejército peruano invadió nuestro país.

2.- En esa época el Ecuador fue invadido de verdad con tropas armadas que entraron a nuestras ciudades limítrofes, matando pobladores y soldados ecuatorianos. Es decir, el Ecuador estuvo en guerra con Perú.

3.- El ejército peruano tomó control de la provincia de El Oro, Macará en Loja, las provincias orientales, con la amenaza de avanzar con sus tropas hacia Guayaquil, que ya se preparaba a afrontar tal humillación, ante la impotencia de sus hijos.

4.- La desproporción entre el contingente y recursos de la flota aérea, naval y terrestre del ejército peruano frente al ecuatoriano era abismal. No existía posibilidad alguna real de siquiera sostener la invasión. Si los militares peruanos hubieren querido, bien pudieren haber llegado a Carondelet sin problema alguno, tal como lo hizo el ejército chileno en la Guerra del Pacífico con el Perú.

Mi abuelo materno vivía en Huaquillas en esos momentos y como dirigente empresarial de la provincia conoció de primera mano el calamitoso estado de nuestro ejército y cómo nuestros campesinos en muchos casos tuvieron que morir luchando con machetes o cuchillos frente al sofisticado armamento del ejército peruano.

5.- En ese mismo momento, el mundo afrontaba la Segunda Guerra Mundial por lo cual Estados Unidos convocó en Río de Janeiro a la III Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas para conseguir el respaldo unánime de estas naciones en su lucha contra el Tercer Reich.

Como parte de la agenda se trató la invasión peruana; entiéndase como parte de la agenda, es decir, la reunión no fue convocada para ese tema. Por ello, el conflicto peruano-ecuatoriano era un tema “secundario” para los presentes, más preocupados por la Guerra Mundial.

Y mientras la reunión se desarrollaba, el Ecuador continuaba invadido con la amenaza  de que esta se extendiese al resto del país.

Bajo esas circunstancias muy poco podía nuestra diplomacia, que se vio obligada a aceptar el írrito y mal llamado Protocolo de Río de Janeiro con la grotesca desmembración del territorio patrio, antes que contemplar que la invasión se extendiese para anexar al Ecuador como una provincia del Perú.

Entonces, amigo lector, mal se pueden comparar las circunstancias que afrontó Carlos Arroyo del Río con el forzado incidente diplomático de marras.

Y finalmente, en cuanto a la real dimensión de la comparación entre Rafael Correa y Carlos Alberto Arroyo del Río, estoy totalmente de acuerdo; Correa no es Arroyo del Río.

Arroyo del Río fue diputado suplente a los 22 años, presidió la Municipalidad de Guayaquil a los 29, senador a los 31 y presidente constitucional de la República a los 46, derrotando en las urnas a José María Velasco Ibarra, cinco veces presidente del Ecuador.

Quienes hemos tenido la suerte de leer sus obras y sus brillantes alegatos jurídicos, tenemos clara la dimensión de tan ilustre jurista, político y gobernante, a quien la historia algún día debe juzgar con justicia.