Hasta su tumba, en la puerta 13 del cementerio general, llegarán miles de quienes recuerdan a Mr. Juramento.

A las 21:12 del 9 de febrero de 1978 el cantante guayaquileño Julio Alfredo Jaramillo Laurido murió en la clínica Domínguez de esta ciudad, a consecuencia, según el acta de defunción, de un paro respiratorio y renal.

Su deceso consternó a millones de seguidores, no solo en el país, sino en México, Argentina, Perú, Colombia y Venezuela, sedes de escenarios que conquistó su privilegiada voz al interpretar temas como Nuestro juramento y Fatalidad.

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Sus restos fueron velados durante tres días en radio Cristal, en el Palacio Municipal y el coliseo Voltaire Paladines Polo.

Hoy, cuando se cumplen 30 años de su muerte, diversos homenajes se desarrollarán entre sus seguidores, que tienen intacto el recuerdo del Ruiseñor de América.

Miles de sus seguidores llenaron las calles de Guayaquil para acompañar sus restos hasta el cementerio general.
 
Ni bien se propagó la información, a los alrededores de la casa de salud llegaron muchos de sus seguidores. Unos a pie, otros en transportes públicos o en sus autos. Solos, con amigos y hasta con sus familiares se congregaron para despedir al cantante nacional. Así lo testifican las imágenes posteriores a la muerte de JJ.

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Los restos de Julio Jaramillo se velaron durante tres días y en tres diferentes lugares. Primero en el auditorio de radio Cristal (que ahora lleva su nombre), luego en el palacio municipal y finalmente en el coliseo Voltaire Paladines Polo. Se estima que hasta estos lugares y al posterior traslado del féretro al camposanto acudieron cerca de 200.000 personas.

Las emisoras de radio transmitieron el paso del cortejo fúnebre y durante otros tres días se rindieron homenajes al intérprete que popularizó en su voz temas como Nuestro juramento, Fatalidad, Cinco centavitos, Carnaval de la vida, Rondando tu esquina, Licor bendito, Niégalo todo y Chica linda.

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Han pasado 30 años del fallecimiento de JJ y su viuda, Nancy Arroyo Henao, aún recuerda sus últimos momentos.

JJ ingresó a la clínica Domínguez, ubicada en Primero de Mayo y Machala (donde aún se encuentra), para ser intervenido por cálculos en la vesícula. Él fue operado dos veces. La primera fue exitosa, coinciden Arroyo y Patricia Domínguez, hija de Bristol Domínguez, médico que entonces estaba al frente de ese centro de salud. “Estuve en su intervención quirúrgica. Yo tenía 20 años y estudiaba medicina”, manifiesta la doctora, quien hoy cumple el rol de su padre.

Al igual que la viuda, Patricia Domínguez expresa que no hubo complicaciones con la primera operación practicada a JJ, no obstante, fue en un segundo intento por salvarle la vida que su cuadro clínico se agravó. Esto debido a la peritonitis provocada por él mismo. Y es que sin querer, acota Arroyo, JJ se sacó las sondas que le habían colocado para drenar los líquidos biliares.

Un día antes de la muerte de JJ (el mismo miércoles de Ceniza), Arroyo acudió desesperada a radio Cristal para pedirle ayuda a Armando Romero Rodas, uno de los mejores amigos del artista y director de la emisora. Lo hizo porque luego de una junta médica, encabezada por el doctor Bristol Domínguez, se recomendó que el cantante nacional sea trasladado a los Estados Unidos para que allá fuera nuevamente operado y con ello salvar su vida.

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“Para mí fue una situación muy dura. No tenía ayuda de nadie. Estuve sola todo el tiempo. Mi única compañía fue nuestro hijo (Julio Jaramillo Arroyo), que entonces tenía 5 años”, dice la viuda de JJ.

Añade que con Romero Rodas recurrieron a Francisco Feraud, propietario de la empresa en la cual el artista grabó sus discos. Él comprometió su apoyo, pero se requería de tiempo para reunir el dinero.
El viaje jamás se concretó y JJ empeoraba. Registró complicaciones cardiacas. “Tenía problemas de presión alta y respiratorios”, asevera la doctora Domínguez.

Dicen de él

Patricia Domínguez
“Cuando se supo sobre la muerte de Julio Jaramillo me sorprendió ver a tanta gente fuera de la clínica. Mi padre se sintió orgulloso de haberlo atendido. Era su admirador”.

Nancy Arroyo
“Solo después de morir Ecuador le dio a Julio Jaramillo el reconocimiento que él se merecía. Era un ídolo en otros países, pero aquí no se lo valoró. Su fama vino luego de su deceso”.