El desempeño en su asignación ha recibido varias críticas debido al tiempo de asignación, garantías exigidas y su relación en la determinación del valor del crédito.

En cuanto a las garantías, muchos solicitantes no cuentan con escrituras por limitaciones, como tenencia de escrituras globales en comunidades indígenas y organizaciones de campesinos, imposibilidad de legalizarlas por la falta de dinero o por encontrarse en estado de “vacío legal”.

El valor del crédito se determina por el tipo de cultivo y la zona, así como por la extensión de sus terrenos. Si el requerimiento es para insumos, será hasta un año y solo accederán al plazo máximo si es para infraestructura y similares. Estos parámetros para la asignación crean inconformidad ante la expectativa de recibir 5.000 dólares. Si a ello se suma que el costo de legalización puede con facilidad bordear los 150 dólares, alguien que califica para 1.500 dólares perderá interés en solicitarlo.

Una buena forma de solucionar estos inconvenientes sería prestar adicionalmente el valor del trámite de la legalización de tenencia de las propiedades y con ello lograr introducirlos al gran catastro de tierras para efecto de control. Otra opción es que el INDA (Instituto Nacional de Desarrollo Agrario) realice un programa de legalización de tierras, lo que facilitaría el proceso y la cobertura de asignación de crédito.

Por otra parte, sin soporte técnico y legal que respalde la actividad que desarrollen, los beneficiarios de los préstamos se exponen al fracaso, imposibilitando su pago y convirtiendo la idea de negocio en frustración.

Se ha demostrado que el dinero no es la principal barrera en el desarrollo, lo es en realidad la voluntad y el deseo de cambio. Generar ideas que permitan no solo ganar un salario sino pensar en estructuras sólidas y con potencial de crecimiento en el largo plazo.

¿Cómo el crédito puede apuntar al desarrollo real? Solo si el dinero viene acompañado con la instrucción sobre la creación  de una organización competitiva y eficiente.

Si existen, por ejemplo, 10 personas interesadas en el crédito para invertir en un taller de costura, se las puede organizar para la creación de una empresa de mayor escala, donde sus costos puedan reducirse y puedan aplicar un tipo de estrategia diferenciadora, que les permita sustentarse en el largo plazo y se dé la verdadera creación de valor.

Las personas cuando se asocian, comprometen y  guían bajo una estructura organizativa probada, pueden tener mejor desempeño que varios esfuerzos aislados. Ese es realmente el desafío de desarrollo social y económico.

Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz 2006 por su desarrollo del Banco Grameen, valida en parte esta propuesta de reforma al crédito 5-5-5. El auténtico modelo de desarrollo del microcrédito es donde el banco va a la gente, se fomenta el desarrollo creativo, existe autonomía y conciencia social mediante un sistema de inclusión y de solidaridad, sin paternalismos.

No solo se da dinero a las personas sino que se enseña cómo hacerlo producir, recordando que existe un principio organizativo básico del cual se puede partir para encontrar aquella ventaja competitiva que lo hará permanecer en el tiempo.

*Profesora de Economía en la Espol