Me referiré a la segunda forma de gobernar, esto es, “el poder del capitán de una galera sobre los remeros” que se funda, como explicó Locke, en el derecho de castigar. Me tomé la molestia de revisar todas las ordenanzas que el Municipio de Guayaquil publica en su ciberpágina www.guayaquil.gov.ec.  Su número total es 249; su amplia mayoría establece castigos a las conductas de los ciudadanos (sobre los más variados temas, y muchas de ellas, por supuesto, razonables); ninguna, sin embargo, consagra la posibilidad de consulta alguna a los ciudadanos en torno a la aplicación de las políticas públicas. En esencia, podrían reformularse las políticas públicas que el Municipio de Guayaquil impone en la ciudad con las siguientes palabras: “Remero, haz lo que te digo”.

De las inteligentes palabras de Locke y Bobbio se deduce que el buen gobierno, esto es, el gobierno civil, tiene su fundamento en el consenso, en la discusión crítica de las políticas públicas; el gobierno municipal, en cambio (lo reflejan sus ordenanzas) las impone de manera inconsulta. De hecho, curiosa paradoja, parecería tratarse de un gobierno de derecha que se inspira en la filosofía de la China comunista: amplia libertad de mercado y férreo control social. A contramano, sobre ciudadanía abierta y participativa como destaca Engin F. Isin, “existe un consenso en la actualidad sobre el hecho que la ciudadanía tiene también que ser definida como un proceso a través del cual los individuos y los grupos sociales se comprometen con escalar, expandir o perder sus derechos”.
Esta cita de Isin, extraída del texto Democracia, Ciudadanía y la Ciudad, también es curiosa paradoja porque consta en el portal de la ciberpágina de la Junta Cívica de Guayaquil –www.juntacivica.org.ec– entidad afín a las políticas del gobierno municipal que, en este punto y a despecho de su naturaleza, le enmienda la plana a la política del Municipio.

Yo insisto: el auténtico sentido, en los tiempos que corren, del emblemático lema municipal “Más Ciudad” debe ser mucho más complejo y plural e implicar, en resumidas cuentas, la creación de “Más Ciudadanía” para lo cual es necesario que exista la obligación de las autoridades municipales de consultarnos sobre las políticas públicas cuya aplicación pretendan y el derecho de nosotros, los ciudadanos, a expresarnos con relación a estas. Porque, de veras, me resisto a creer que nosotros solo merezcamos ser los remeros de las galeras.