El Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo en América Latina (Ciespal) se convirtió en trinchera política, de donde el presidente Alfredo Palacio y los legisladores que sesionaron en ese lugar el 20 de abril, debieron salir con resguardo de la Fuerza Pública, para evitar ser agredidos por los ‘forajidos’.

Pasadas las 10h30 del miércoles 20 de abril, la seguridad de que algo importante iba a suceder, lo hizo desistir de abordar el avión comercial de regreso a Guayaquil. El vicepresidente Alfredo Palacio se quedó en la Base Aérea, aguardando por noticias.

A esa hora los diputados del PSC, ID y PK iban a Ciespal para sesionar en el mismo lugar en el que, hasta las 10h00, Palacio había dialogado con prensa extranjera.

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A las 13h20 recibió una llamada del Congreso para informarle que se había destituido al presidente Lucio Gutiérrez, por lo que debía ir a Ciespal a posesionarse como Mandatario.

El jefe del Grupo de Seguridad Presidencial, teniente Carlos Guzmán, envió algunos agentes para evaluar la situación. Pasaron 15 minutos y no hubo reportes. Palacio se impacientó y, hacia las 13h50, se embarcó en el auto. De ser necesario iré solo, dijo al oficial, quien lo acompañó.

La vicepresidenta del Parlamento, Cinthya Viteri (PSC), posesionó a Palacio a las 14h10. Los militares informaron a Palacio que le habían quitado su respaldo a Gutiérrez y este les dijo que lo acompañaran a Ciespal pero el alto mando militar se negó y más bien le pidió que acudiera al Comando Conjunto. Ahí se inició el drama. Un tenso Guzmán advirtió a Palacio que cientos de personas comenzaban a rodear el edificio y que abandonara Ciespal. Palacio, que se había reunido unos 20 minutos con diputados de PSC, ID y DP, aceptó ir a una casa particular. En eso, lo abordó el director de Ciespal, Édgar Jaramillo, y lo convenció de que diera una rueda de prensa, que duró 20 minutos.

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Ante la insistencia de Guzmán para que salieran de Ciespal, hacia las 15h00, Palacio le respondió que, si lo hacía daría la impresión de estar huyendo. Entonces Jaramillo los invitó a su oficina.

La situación ya era grave por el incremento de manifestantes, con la intención de entrar al edificio.

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Hacia las 15h10, los agentes pidieron a la Casa Militar, en Carondelet, refuerzos para acordonar el edificio y planificar una salida de emergencia. Un oficial de guardia le pasó el mensaje al jefe de la Casa, general Miguel Maldonado, quien envió personal de apoyo, y se comunicó con el coronel Rodrigo Tamayo (oficial de enlace con la Policía) y con el general Hugo Guerrón (comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta), quien ya había recibido instrucciones del Comando Conjunto para organizar un operativo en Ciespal.

A los 45 minutos llegaron 80 uniformados del Grupo Especial de Operaciones (GEO, antiterrorista), con la misión de desalojar a los ‘forajidos’ que habían invadido el edificio y sumaban más de 2.000. El mayor Cristóbal Aguas (hermano del comandante del Ejército) era parte del GEO. El operativo abortó.

A las 15h50, Palacio conversó con el jefe del Comando Conjunto, vicealmirante Víctor Hugo Rosero. Acordaron que se lo liberaría sin violencia. Rosero se comunicó con el Comandante de la Policía, general Marco Cuvero, y le pidió actuar (sin embargo, existe un parte que asegura que los militares no dejaron actuar a la Policía). A las 16h15, cuando empezó a llover, los manifestantes forzaron una de las puertas de la oficina y cuatro de ellos ingresaron a dialogar con el Presidente. La seguridad mantuvo el control, pero 15 minutos después, por presión de los manifestantes, Palacio salió casi obligado al balcón. Ahí lo siguieron el oficial al mando del GEO, junto con ocho agentes de civil y otros cuatro de uniforme, y formaron un anillo de seguridad.

Se vio a Palacio con el traje empapado, sin micrófono y gritando, tratando de hacerse entender. La gente le gritaba “Palacio, te advierto, con Quito no se juega”. Al mismo tiempo, varios diputados eran agredidos.

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A las 17h00, ante la furia de los manifestantes, los agentes llevaron a Palacio a la cocina, en la planta baja. Allí lo custodiaban cuatro hombres y el jefe del GEO. El resto obstruyó la entrada.

Se consideró disfrazar al Presidente con uniforme de camuflaje, pero él decidió jugarse una carta: llamó a Paco Velasco, de radio La Luna, y le pidió que calmara los ánimos de la gente. Minutos antes habló por teléfono con el ex presidente León Febres-Cordero, que estaba en Guayaquil.

Guerrón tomó el mando de los operativos en Ciespal a las 17h30 y organizó la salida de Palacio.

Un actor inesperado entró en escena a las 18h40. El coronel Servio Manuel Samaniego, vestido de camuflaje y desarmado, inició su discurso en la planta baja: “Quiero invocar y pedirles a los señores generales que asuman el reto histórico que la patria les ha puesto...”. La gente respondió: “dictadura no, dictadura no...”. Él abandonó el lugar.

A las 18h50, Palacio logró salir por la cochera hasta el Comando Conjunto. Llegó a las 19h25; luego de cinco horas estaba a salvo.