Quienes residen en esta ciudadela, con más de 40 años de creación,  aseguran que enfrentan diariamente problemas de inseguridad y acumulación de basura.

El nacimiento de La Atarazana se remonta a la época de la colonia, hace casi 300 años, señala el historiador José Antonio Gómez Iturralde, director del Archivo Histórico del Guayas (AHG).

En ese entonces y hasta pasada la mitad del siglo XX fue una hacienda. Su nombre se debe a que así se le denominaba a los galpones o arsenales donde se guardaban municiones y armas y se trabajaban las jarcias (cuerdas que manejan los mástiles y velas de los buques antiguos).

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Gómez Iturralde expresa que junto con la hacienda Mapasingue eran las dos más grandes de la ciudad. “Hasta la década del cincuenta en La Atarazana hubo actividades ganaderas, agrícolas y también se producía leche”, añade el historiador.

En ese tiempo la hacienda pertenecía a la Junta de Beneficencia, pero una década después el Banco Ecuatoriano de la Vivienda (BEV) adquirió 350.000 metros cuadrados de ella para construir su primera urbanización en Guayaquil.

Los límites de la ciudadela, que está formada por casas y bloques, son las avenidas Pedro Menéndez, Carlos Luis Plaza Dañín, de las Américas y Roberto Gilbert Elizalde.

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Samuel Vásquez, de 66 años y quien tiene cerca de 30 en la limpieza de varias casas de La Atarazana, afirma que en la década del ochenta se da un gran cambio en los callejones de la ciudadela, “porque el alcalde de ese momento, José Perrone Galarza, mandó a colocar adoquines en reemplazo de la tierra”.

Dentro de la urbanización hay cuatro organismos que han efectuado, independientemente, arreglos. Ellas son la Asociación de Propietarios de la Atarazana (APA), el Centro de Mejoras de La Atarazana, el Club Social de La Atarazana y el Club de Leones Guayaquil Atarazana.

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Pese a los esfuerzos de muchos de sus moradores, Mario Mejía, quien no revela su edad pero sostiene que habita allí desde hace 20 años, dice que la colaboración de la mayoría de residentes no es suficiente, porque instituciones como Vachagnon, Policía Nacional y Corporación Eléctrica deben dar más atención a los problemas de La Atarazana.

“Algunos moradores no respetan los horarios de recolección de basura, hay muchas luminarias quemadas y los asaltos han aumentado en los últimos años”, asegura Mejía.