Los ecuatorianos tuvieron la oportunidad de acoger en su territorio, por tres días, al papa Juan Pablo II, quien llevó su mensaje y bendición a miles de personas en Quito, Latacunga, Cuenca y Guayaquil.

A las 17h49 del 29 de enero de 1985 el Ecuador se paralizó por el arribo del papa Juan Pablo II, quien llegó al aeropuerto Mariscal Sucre, de Quito, en un avión DC-10 de la aerolínea Alitalia para una visita que duró 70 horas y 43 minutos.

Su llegada coincidió con los 450 años de la primera evangelización en Ecuador y con otro de los hechos importantes del cristianismo: el 31 de enero se recordaba el segundo milenario del nacimiento de la Virgen María.

En el aeropuerto capitalino lo recibieron las autoridades eclesiásticas y de gobierno, encabezadas por el entonces presidente León Febres-Cordero, mientras miles de personas saludaron al Papa con flores, banderas y pañuelos.

Publicidad

Lo primero que hizo el Pontífice al descender del avión fue besar la tierra ecuatoriana. Ocurrió a las 18h09.

Luego dirigió sus primeras palabras a los ecuatorianos: “Estoy seguro de que los hijos de esta tierra, favorecida por el Creador con tantas bellezas naturales, continuarán siendo fieles a su identidad histórica, cultural y religiosa”.

En el centro del mundo
El Santo Padre expresó su alegría por estar “en el centro geográfico del mundo, Patria de Atahualpa, cuna de preclaros hijos de la Iglesia como Mariana de Jesús y el Santo Hermano Miguel, Mercedes de Jesús Molina y otros”.

Publicidad

Luego el Pontífice acudió hasta la Catedral de Quito, donde se reunió con más de mil obispos y el clero ecuatoriano.

Posteriormente caminó hasta el Palacio de Gobierno, donde cenó con el Mandatario y trató temas sobre la paz y la justicia social, en especial de Latinoamérica.

Publicidad

El 30 de enero, el Pontífice se reunió con miles de jóvenes en el estadio Olímpico Atahualpa, donde les habló de la esperanza, la fuerza del amor y la predilección por los pobres.

Ese mismo día visitó Radio Católica Nacional del Ecuador y envió su mensaje al pueblo ecuatoriano, especialmente a quienes trabajan en los medios de comunicación.

Posteriormente acudió al parque La Carolina, en donde ante miles de personas habló de los 450 años de evangelización en el Ecuador.

Al final de la misa el Papa renovó la consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús y se dirigió a la Basílica del Voto.

Publicidad

Encuentro con indígenas
El jueves 31 de enero, Juan Pablo II se dirigió a Latacunga para reunirse con unos 200.000 indígenas –según cálculo de publicaciones de los diarios al día siguiente– de varias provincias del país, a quienes saludó en quichua, les habló de los valores culturales y los animó a seguir trabajando para superar sus problemas.

Los asistentes a ese encuentro esperaron más de seis horas para escuchar al Papa, la mayor parte llegó desde sitios lejanos, caminando largos trechos.

Hubo delegaciones de indígenas de Santo Domingo de los Colorados y de los shuar, en la región Amazónica.

Posteriormente siguió su gira hasta Cuenca, donde celebró una misa en el parque Miraflores. Ahí, los indígenas no solo llevaban cruces de madera, sino también granos de semillas para tener buenas cosechas. Luego acudió a la Catedral, pero esta vez utilizó una buseta, en lugar del famoso Papamóvil.

En Guayaquil
En la tarde de ese día, el Santo Padre llegó a Guayaquil, donde intervino esa noche en el Santuario de Nuestra Señora de la Alborada.

El Papa unió su voz a un coro de miles de jóvenes que le cantaron Amigo, de Roberto Carlos.

Este encuentro fue difundido a todo el mundo, vía satélite y en vivo, porque desde este santuario evocó el bimilenio del nacimiento de la Virgen María.

El 1 de febrero se dirigió a los habitantes del Guasmo, al sur de la ciudad. La emotividad del encuentro provocó que el Santo Padre utilizara uno de los estribillos que se coreaban en su honor, para devolver a los asistentes la cortesía que le ofrecían.

“Guasmo, amigo, el Papa está contigo”, exclamó con voz fuerte y agitada, y como respuesta, las miles de personas congregadas en el sitio gritaban y coreaban el nombre del Papa.

Posteriormente se dirigió al templete que se levantó en Los Samanes, al norte, donde se realizó la ceremonia de beatificación de la Sierva de Dios Mercedes de Jesús Molina, fundadora de las religiosas Marianitas.

Luego de esta misa campal, el Pontífice se dirigió al aeropuerto Simón Bolívar para continuar con su periplo, tras dejar su mensaje de fe, amor y esperanza.

Consagrados

 

El hermano Miguel
Nació el 7 de noviembre de 1854 en Cuenca. Fue bautizado como Francisco Febres Cordero Muñoz y se crió en medio de una familia adinerada. Fue escritor, filólogo, poeta y educador.
En enero de 1910, cuando se encontraba en España, enfermó de neumonía. Murió el 9 de febrero del mismo año. En 1936 enviaron sus restos a Ecuador.
El hermano Miguel fue beatificado el 30 de octubre de 1977, y posteriormente fue canonizado por el papa Juan Pablo II, en Roma, el 21 de octubre de 1984.
 
Beata Narcisa de Jesús
El papa Juan Pablo II beatificó a Narcisa de Jesús Martillo y Morán, noboleña, por sus actos y los milagros reconocidos en ella, el 25 de octubre de 1992.
Nació en Nobol el 29 de octubre de 1832. Sus padres eran campesinos y murieron cuando ella era muy joven.
Vivió en Guayaquil por más de quince años. A principios de 1868 viajó a Lima, donde falleció el 8 de diciembre de 1869.
En 1955 su cuerpo incorrupto es trasladado de Perú a Guayaquil, y en 1972 regresó a Nobol, lugar donde nació.