La futbolista mexicana del Barcelona, sostén de su familia de nueve hermanos, quiere triunfar en Europa.

El nombre de una pequeña y aguerrida futbolista mexicana, calificada como piojosa y pata rajada por los aficionados españoles, ha dado la vuelta al mundo en estos días: Maribel Domínguez.

Se trata de la primera mexicana en actuar en la liga semiprofesional femenina española,  donde ha cautivado por su juego con el Barcelona, pero a la vez ha sufrido el rechazo de sus rivales, e incluso comentarios racistas del público.

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“Me dicen que me regrese a México. Que soy una piojosa, mono y cosas así. La verdad es que sí me duele, pero luego, cuando marco un gol, voy hasta donde están ellos (los que la insultan) y les mando un beso”, confesó.

En su debut, el 30 de enero pasado, anotó 3 de los 5 goles con los que el Barcelona venció al Torrejón, y salió del fondo de la tabla de posiciones.
Además, se llenó el estadio de aficionados curiosos por conocer a la nominada por la FIFA como una de las mejores futbolistas del mundo.

El nombre de Marigol ya había ocupado las páginas deportivas de los periódicos del mundo el año pasado, cuando intentó ser la primera mujer en formar parte de un equipo profesional masculino, el Atlético Celaya, de la segunda división de México.

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Sus sueños se frustraron cuando la FIFA le negó el permiso, en diciembre, argumentando que “debe haber una clara separación entre el fútbol femenino y masculino”.

Pero lo que pocos saben es que Marigol ha llegado hasta la cima del fútbol gracias a que nunca le importó romper esos límites y vestir de hombre para alcanzar sus sueños.

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Cuando era adolescente le negaron la participación en un concurso de cascaritas organizado en su barrio, porque era solo “para hombres”.

En vez de desanimarse lo tomó como un reto que venció con creatividad. Se cortó el pelo, se vistió como hombre e hizo que todos la llamaran Mario. Esa fue la manera en que “Mario” ganó todos los concursos y empezó a jugar en los clubes de hombres.

La decisión de la FIFA fue el capítulo final de una historia polémica que terminó no solo con uno de las aspiraciones deportivas más anheladas de Domínguez, sino también con la posibilidad de que esta estrella del balompié alcance la estabilidad económica que le permita ahuyentar los fantasmas de  pobreza que la han atormentado.

Su llegada a Barcelona ha estabilizado su economía, pero Domínguez, de 26 años, aún teme que la liga femenina española corra el mismo destino que la de Estados Unidos, que canceló el torneo del 2003 por falta de dinero, en donde ella jugó en el Atlanta Beat.

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Hasta antes de su contratación en Europa, el ingreso mensual de Marigol dependía de dos becas otorgadas por  entidades del Gobierno.

En México no existe una liga profesional de fútbol femenina en la que ella pueda recibir un salario fijo y beneficios. Los 500 dólares que percibe por las dos becas le alcanzaban solo para ayudar a sostener a su familia de nueve hermanos con quienes vivía en Chalco, una de las zonas más delictivas y marginadas de las afueras de Ciudad de México.

Domínguez espera que su contratación con el Barcelona le permita poner techo y acabados a su casa. El equipo ofreció pagarle alrededor de 1.000 dólares mensuales. Esta cifra es mucho menos de lo que un futbolista profesional ganaría en cualquier liga del mundo, pero para Domínguez es más que suficiente.