Pese a la artritis que le ha afectado las manos, a los 79 años aún redacta escritos en la vieja máquina Adler que la acompaña desde hace 26 años. Se trata de Teófila Villota López, la empleada judicial más antigua de la Corte Superior de Justicia de Guayaquil.

No es abogada, pero con su título de secretaria taquimecanógrafa, que lo obtuvo luego de tres años de instrucción secundaria, ingresó a trabajar en la Corte. Con lucidez recuerda que fue su amiga Obdulia Romelia Luna Luna, la entonces secretaria de la 1ª Sala de la Corte, quien la llevó a laborar, el 10 de enero de 1952.

Su buena ortografía y excelente caligrafía la hicieron ganadora de un concurso interno y se convirtió en la redactora de fallos, sentencias y demás resoluciones. Teófila Villota era la escribana y redactaba a mano, desde los tiempos de la tinta y el canutero. Con nostalgia por el tiempo transcurrido dice: “Tenía mucha habilidad en mis manos. Hoy, a pesar de sufrir de artritis, trabajo y escribo en esta máquina.
Pero, mis escritos a mano hasta en el archivo histórico de la Corte Suprema de Justicia, están”. En el abandonado sótano de la Corte de Guayaquil también están los fallos que Villota redactó. De los magistrados que más recuerdos tiene, menciona a Maximiliano Blum Manzo. “Él motivó la creación del coro de la Corte, del que soy integrante desde hace 20 años”, dice.

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Teófila canta. Le gustan los boleros y pasillos. Se identifica con las canciones de Virginia López. Incluso, dice que en 1989 ganó un concurso de música romántica en el programa ‘Chispazos’. Desde entonces, cuando iba en un bus la gente, que no la conocía por su nombre, le decía: “Piénsalo bien”, “Ya tú verás”, o “Por equivocación”; los títulos de las letras que interpretaba y que a Villota la hicieron famosa, como la López guayaquileña.

Washington Oquendo, un conserje de la Corte Superior que toca guitarra, dice que muchas veces ha acompañado a Teófila durante sus presentaciones entre los judiciales. Esta menuda mujer, casada con Galo Purizaga Rivera, es querida por todos los empleados judiciales. Los ministros jueces –dice el magistrado Miguel Félix López– la consideran el símbolo de la Función Judicial, una institución dentro de otra.

Trabaja sin interrupción; sube y baja las escaleras desde el primer día que llegó a trabajar en la Corte. Pese a su edad, nunca falta. Gustavo von Buchwald, presidente de la Corte Superior, dice que ella es un ejemplo para los demás trabajadores judiciales. “Es muy activa y labora sin disminución alguna”.

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PERSONAL
A los 27 años.
Teófila Orfilia Villota nació en Guayaquil el 6 de febrero de 1925. Cuando cumplió los 27 años ingresó a trabajar en la Corte Superior, por ayuda de una amiga.

Matrimonio.
De su compromiso matrimonial con Galo Purizaga Villota tiene a su hijo Galo Washington. Ninguno es abogado, afirma Teófila.

Trabajo.
Se dedica a revisar las pólizas y certificaciones que envían los notarios, escritos de depositarios, documentos registrados y da trámite a las solicitudes que hacen los usuarios.

Buena Vista.
A pesar de la edad y años de trabajo, Teófila Villota no usa lentes. Redacta y revisa los escritos como una mujer joven. “No necesito de lentes. Veo bien de cerca y también de lejos. A mi compañero Fidel Quinde (que está como a 20 metros de donde ella) lo identifico claramente”, dice, mientras le hace de la mano al oficial mayor de una sala de la Corte Superior.