Durante años los apodos han servido para que el público llame con cariño a sus figuras de mayor preferencia.
 
Las marquesinas de teatros, las carátulas de tradicionales discos y  modernos  compactos, los anuncios de radio, periódico, televisión, etcétera, corroboran aquello de que para identificar rápidamente a cualquier  artista del ámbito musical ecuatoriano o extranjero, desde hace mucho tiempo sus seguidores y la prensa en general  prefirieron y todavía utilizan los simpáticos calificativos.