Con la candidata manabita culmina hoy la serie sobre las aspirantes al cetro de  Miss Ecuador.

Cuando cumplió los 18 años Kzandra Giselly Vélez Hidalgo decidió alejarse de las pasarelas para dedicarse a sus estudios de Contabilidad y Auditoría.

Cuatro años después vuelve al mundo de los eventos de belleza, esta vez para participar en el concurso de Miss Ecuador representando a su provincia, Manabí.

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Oriunda de Chone, la candidata de 22 años, de tez blanca y sonrisa coqueta, tiene una amplia trayectoria en reinados. Su debut dentro del mundo de las pasarelas lo inició a los 10 años, cuando por su popularidad los niños de su escuela República de México la escogieron  como soberana. De ese evento guarda los mejores recuerdos.

Pero a su triunfo en los concursos de belleza se suman los premios recibidos en competencias poéticas.

Admiradora de Remigio Crespo Toral, la choneña se apasiona con la lira, que mezcla perfectamente con su habilidad para los números.

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Desde muy pequeña y gracias a sus triunfos como oradora y declamadora de poesías, aprendió que el éxito es una constante del ser humano, siempre y cuando se lo busque como una conquista diaria.

Sacrificios
El afán de superarse y lograr su realización como profesional la llevó a varios sacrificios. Uno de ellos y talvez el más importante, fue alejarse de la tierra que la vio nacer y donde vivió hasta los 17 años.

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Ello hizo que también se apartara de su familia para trasladarse a Quito en busca de un sueño.

La aspirante al cetro estudia actualmente en la Universidad Tecnológica Equinoccial, en donde espera obtener el título de auditora.

“Escogí radicarme en la Capital y no en Guayaquil porque allí habitan mis tíos. Mi familia es muy conservadora y no me permitieron que viva sola”, expresó Kzandra.

Se define como una mujer perfeccionista, de allí su afición por las ciencias exactas. Cree en la honestidad de las personas y piensa que esta cualidad debe mantenerse como norma social.

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Dueña de una personalidad soñadora y a la vez realista. Es una activista del servicio a los semejantes y por eso se prepara intelectualmente.

Asimismo, la candidata le apuesta a los eventos de belleza porque para ella son una credencial que abre muchas puertas a la hora de servir.

Bajo esta concepción, justifica su participación en el evento de Miss Ecuador, más aún cuando tiene la motivación y el impulso de las representantes de Fundación para la Adopción de Niños y Niñas (FANN), en Manabí, con quienes mantiene un compromiso de trabajo, indistintamente del resultado final del concurso.

Manifiesta que la unidad familiar es muy importante a la hora de crecer como persona y toma como ejemplo a sus padres, Dimas y Gisela.

Defiende el rol de la mujer en esta época donde impera la equidad de género, por eso admira a su instructora en modelaje, Paulina Vera Arteaga, una choneña que sostiene un trabajo incansable por ponderar a la mujer de su tierra.