El olor desagradable se concentraba antes de entrar al área solicitada. “¡Este baño está demasiado sucio!”, reprochó una de ellas, pero la otra, por la necesidad, no dijo nada, pidió a su compañera que le sostenga la puerta (sin seguro) y ocupó la batería sanitaria.

La batería sanitaria queda a pocos pasos de las aulas donde se educan las alumnas. A pesar de que una de las reglamentaciones básicas para ambientes sanitarios en planteles escolares es que estén alejados de los salones de clases.

En otro recorrido por el colegio de varones Aguirre Abad, aunque los baños están separados de las aulas, la situación es similar: paredes manchadas y sucias, falta de agua potable, puertas,  baterías y lavabos dañados.

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Cada que comienza un año lectivo, la Dirección Provincial de Educación recibe los constantes reclamos de comités de familia y asociaciones de alumnos por el mal estado de los sanitarios.

Aunque las disposiciones establecen que si una institución no acata con las normas de salubridad exigidas para los baños debe ser clausurada; el año pasado no se cumplió ningún programa para controlar y revisar esta situación.

El ex directora provincial de Educación en el 2003, Esmeralda Gómez, responsabilizó a la Dirección de Salud como el ente regulador y sancionador en estos casos.

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Y el actual director provincial de Salud, Jaime Romero Taysing, se comprometió a ejecutar en los próximos días un plan de control de los ambientes sanitarios, “antes de que se vayan de vacaciones y que aprovechen ese tiempo para arreglar los que estén en mal estado”, advirtió el funcionario.

Por intermedio del encargado de control sanitario ambiental, Felton Florencia, se creará un plan sectorizado para visitar escuelas y colegios fiscales y también particulares. Según Romero, con baños en mal estado, los estudiantes corren el riesgo de contraer enfermedades como infecciones de vías urinarias (en las mujeres), problemas parasitarios, tifoidea por contaminación del agua, entre otras afecciones.

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