En el ejercicio político, el Presidente  se aleja de los sectores sociales y se acerca a los partidos.

Un día después de la ruptura de la alianza de gobierno con el movimiento Pachakutik, el presidente Lucio Gutiérrez expresó que dadas las circunstancias estaba obligado a buscar acuerdos con los partidos tradicionales, “más allá que sean de izquierda o derecha, para mantener encarrilada la inestable economía del país”.

Días después el mandatario visitó Guamote, en la provincia de Chimborazo, donde regaló picos, palas y computadoras, lo que fue denunciado por dirigentes indígenas de la Conaie, como una estrategia más del mandatario para intentar una división del movimiento indígena.

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El jueves 21 de agosto, el fuerte despliegue policial y militar prácticamente desmovilizó las manifestaciones que en el país hicieron los movimientos sociales, en las que no estuvieron las bases de la Conaie, cuyos dirigentes expresaron que un levantamiento de ellos no se hace de un día para otro.

En contraste, al día siguiente, una manifestación del partido gobiernista Sociedad Patriótica, en respaldo a Gutiérrez y a su gobierno, tuvo las facilidades de la Policía y de las FF.AA. para realizarse.

En el Congreso, hace dos semanas, el bloque gobiernista inició conversaciones con socialcristianos, roldosistas y prianistas para asegurarse la aprobación de algunos proyectos de leyes necesarios para cumplir los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

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A inicios de la semana pasada, sin embargo, la posibilidad de esa nueva mayoría fue descartada por prianistas, roldosistas y socialcristianos.

En campaña, Gutiérrez pregonó que parte de la renovación que proponía al país consistía justamente en estar cerca de los movimientos sociales, en especial los indígenas, lejos de los partidos y de las prácticas de estos porque los asociaba con la corrupción y la inestabilidad del país.

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¿Es por el fracaso de la alianza con Pachakutik y con algunos sectores sociales que Gutiérrez se ha visto obligado a entrar al juego político que siempre criticó?
“Gutiérrez utilizó al conjunto de movimientos sociales para llegar al poder y engañó a la población con sus críticas a la partidocracia tradicional”, dice Pablo Iturralde, de la Coordinadora de Movimientos Sociales.

Los primeros indicios, añade, se dieron cuando nombró a  personas vinculadas a la banca privada y a sectores empresariales en su gabinete ministerial. Luego fue el acuerdo con el FMI, donde se estableció todo lo contrario a lo que propuso en campaña, precisa Iturralde.

Según el sociólogo Gaitán Villavicencio, Gutiérrez y su grupo de Sociedad Patriótica siempre tuvieron un proyecto de inclinación clara. “Su expresión como tendencia neopopulista, en donde era muy difícil mezclar el agua y el aceite y por ello desde que se planteó el triunfo comenzaron los conflictos con su aliado e inclusive nunca hubo la posibilidad de que se pusieran de acuerdo en un plan de trabajo”, dice Villavicencio.

Ante la falta de un plan de gobierno y ante las presiones internas y externas, Gutiérrez asumió lo que a su criterio, en términos políticos, tenía los menores costos: el acuerdo con el FMI y el hecho de rendir cuentas a la derecha del país, según Villavicencio.

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El ex candidato presidencial y cercano colaborador del movimiento indígena, Julio César Trujillo, indica que a pesar de la extracción militar de Gutiérrez, había alguna expectativa en tanto su acercamiento, con los movimientos que lo acompañaban, pudiera sensibilizar un gobierno.

Pero esa expectativa, indica, fue desapareciendo después del triunfo en la segunda vuelta, cuando declaró que no tenía ideología “y quien no la tiene es que está conforme con lo que existe”.

Trujillo considera que la presencia de los indígenas, Pachakutik y algunos movimientos sociales junto al gobierno le obstaculizaban “para lo que él (Gutiérrez) realmente pensaba y quería hacer, que era lo que decidía el ministro de Economía, Mauricio Pozo”.

Trujillo cree además que la aproximación a los socialcristianos “es un ideal, una fijación de Gutiérrez, porque creo que tiene mucho respeto a los detentadores de la riqueza y el influjo social”.

El analista Alfonso Oramas considera en cambio, que el ejercicio político no es posible solamente a base de los vínculos con los movimientos sociales, excluyendo cualquier tipo de relación con los partidos. “Lo de la antipartidocracia sonaba muy bien como discurso en campaña, pero resulta lírica y difícil en un país en el cual los partidos políticos tradicionales siguen manteniendo una composición de fuerzas bastante homogénea al interior de las otras funciones del Estado”, expresa.

MOVIMIENTOS

Campesinos
Entre los movimientos sociales que no han retirado su respaldo al régimen está el Consejo de Desarrollo del Pueblo Montubio de la Costa Ecuatoriana y Zonas Tropicales de la Región Litoral (Codepmoc). Ellos, en su última asamblea, decidieron dar un plazo, que no determinaron, para que el gobierno rectifique sus errores.

Indígenas
La Federación Nacional de Transportistas y el Frente de Defensa de los Pueblos Campesinos y Negros del Ecuador (Fedepicne) tampoco ha manifestado públicamente su apoyo a Gutiérrez.

Los de oposición
Las organizaciones sociales que se opone al régimen son las siguientes: la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin), la Federación de Indígenas Evangélicos del Ecuador (Feine), los trabajadores del sector eléctrico, el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), la Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS), la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE), la Asociación Permanente de los Derechos Humanos (APDH), entre otros grupos. Están agrupados en el Congreso de los Pueblos.