La presentadora de ‘Telemundo’ lleva 20 años de carrera. La semana pasada celebró su cumpleaños 40.

Es más joven y delgada que como luce en la televisión. Con cuatro décadas recién cumplidas, Tania Tinoco, periodista de Ecuavisa, se siente en el mejor momento de su vida.

Casada con Bruce Hardeman, el hombre de ojos azules que quiso para el resto de su vida; madre de dos cototos, como llama a sus hijos Tommy y Amelia; y comunicadora social reconocida por el público ecuatoriano, parecería que lo ha logrado todo. Pero se confiesa una aprendiz constante.

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Recuerda las lecciones de vida de sus maestros: Alberto Borges, la voz del cerro; e Inés Flores, crítica de arte que hoy está delicada de salud; los nuevos periodistas del canal; sus hijos y su familia.

Veinte años transcurrieron desde que Tania entró a Ecuavisa a trabajar en el archivo, gracias a la recomendación de una monja. Más tarde, la periodista Nila Velázquez la integró al grupo de reporteros y acompañó por algunos años al fallecido Alberto Borges en la conducción del noticiero de la medianoche, ‘Telemundo’, espacio en el que aún aparece.

Si Tania no se hubiera dedicado al periodismo, probablemente la veríamos en los tribunales como abogada. Cerca de terminar el bachillerato, estuvo a punto de encaminarse por la carrera de derecho. Su padre era doctor en leyes. Además, su madre le decía que los periodistas pasaban mucho tiempo en la calle.

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Solo cuando tiene que asistir a una reunión en la escuela de su hijo se levanta temprano. De lo contrario, jamás lo hace  antes de las 10h00, ya que duerme a las 02h00.

No bebe, no fuma. Pero, sí es adicta al arte y a su familia; lo primero se comprueba en los cuadros que adornan las paredes de su casa y en los discos compactos de su musicoteca. Lo segundo se acentuó después de la muerte de su padre, que coincidió con el fallecimiento de Alberto Borges. Su casa se convirtió en el centro de reuniones familiares. Allí se congregan religiosamente, en todo el sentido de la palabra, sus hermanos, sobrinos y amigos para disfrutar de un almuerzo o simplemente para jugar cartas.

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El personaje que admira es Matilde Hidalgo de Procel. Eduardo Kingman es su pintor favorito. A su cónyuge lo cataloga como un hombre de palabra, interesante y como el padre de sus hijos. Miguel Donoso Pareja es para ella un escritor fantástico.

Su corazón está en Machala, donde nació, y en Guayaquil, que la vio crecer. Tania se siente orgullosa de mostrar esta ciudad a los parientes de su esposo. No le sucede lo mismo con su lugar de nacimiento, donde critica la mala administración pública.

Le gusta observar a su hijo tocando el piano, disfruta de la comida preparada por su esposo y está segura de que no dudaría en dar la vida por sus cototos, Tommy (6) y Amelia (2). Sus ojos la delatan al momento de hablar de ellos. No puede ocultar la felicidad y la ternura de tenerlos. Como esposa, se siente orgullosa y amada por Bruce, y profesionalmente se conforta en ser el canal entre los protagonistas de la historia y la sociedad. Tania es la aprendiz infrenable.