El doble sentido y las  palabras soeces que manejan algunos programas son el recurso fácil para hacer reír.

Daniel Gómez Solís tiene 8 años y es fanático de las comedias de producción nacional que se transmiten en la televisión local. A su madre, Adriana Solís, parvularia de 32 años, le disgusta que la desobedezca por ver esos espacios. “Lo regaño y mando a dormir, pero no me hace caso por estar pendiente del televisor”.

Solís prohíbe a su hijo ver televisión hasta pasadas las 21h00, porque debe acostarse  temprano para que al día siguiente pueda madrugar e ir a la escuela (está en tercer grado), y además porque aprende todo lo que ve.

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Reconoce que le parecía gracioso cuando su hijo a los 5 años imitaba a Moti o al Marciano. Pero un día lo escuchó decir la expresión de Rolindo: ‘¿cómo es la hua...?’ y se alarmó. “En ‘Vivos’ solo se insinúa la mala palabra, sin embargo, los chicos la dicen completa”, sostiene Solís.

Ella tampoco permite que Daniel vea otras comedias, como ‘Solteros y sin compromiso’, ‘Ni en vivo ni en directo (Nevned)’ y ‘Riansex’, en los que incluso se dicen expresiones más fuertes, las escenas son más grotescas y tienen connotaciones sexuales, según afirma.

El psicólogo Manuel Castro refiere que si los adultos asimilan los modismos que se utilizan en televisión, los niños e incluso los adolescentes –que no tienen capacidad para discernir lo bueno de lo malo– son más propensos a aprender lo que ven y escuchan.

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“Que las comedias de producción nacional aumenten es válido, lo que no se justifica es el abuso que existe de la mala palabra y del doble sentido”, sostiene la parvularia, quien hace maromas para enseñar a su hijo a valorar el contenido de los espacios televisivos.

“Es deber de los padres ejercer control, pero también compete a los dueños de los canales censurar los programas que pondrán en pantalla. Muchas veces se afirma que las producciones que se elaboran en el país acogen la preferencia del público, pero ¿en qué estudio o análisis lo sustenta?”, cuestiona Castro.

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El sociólogo Fredy Rivera explica que “lo oculto, el tabú -especialmente lo sexual- genera la atención del televidente. Hay que considerar que siempre es mejor hacer negocio de lo burdo”.

Alfredo Adum Wated, director del Instituto Superior de Estudios de Televisión (ITV), opina que el recurso fácil de hacer reír con el insulto y las bromas capciosas tuvo su origen hace quince años cuando en los teatros Candilejas y Humoresque se presentaban obras de corte popular. Algunos de esos actores y guionistas teatrales llegaron a la televisión con esa propuesta, pero en lugar de mejorarla, la degradaron, menciona.

“Para escribir buenos guiones y argumentos se requiere de ‘pasta’, ganas y talento natural. Eso no se adquiere ni se logra desarrollar porque, lamentablemente, no hay suficientes profesionales a quienes les interese formar nuevos libretistas y guionistas”, argumenta. Además, para disminuir costos los mismos productores, directores e incluso actores asumen la realización de los libretos.

“Soy enemigo de las malas palabras. Acepto el doble sentido, porque es quien escucha, mira o recepta el que elige el significado de lo que se dice. No soy partícipe de las connotaciones sexuales, trabajo más con la picardía”, dice Fernando Villarroel, director y actor de ‘Mi recinto’ y ‘Nevned’, que transmite TC Televisión.

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Su personaje en ‘Mi recinto’ es el compadre Garañón, un campesino mal hablado y enamorador, que tilda a uno de sus amigos de ‘cachudo’, con lo cual insinúa que él  mantiene relaciones con su esposa. También acosa a las comadres que viven en el pueblo, a quienes se abalanza a exigir sus afectos. Para Villarroel, Garañón es inofensivo y trata de reflejar jocosamente al hombre recio del campo.

Jorge Toledo, director de ‘Vivos’, expresa que en su comedia los personajes están identificados con una realidad nacional. “En la actualidad los otros programas de humor solo priorizan su desesperación por obtener rating y piensan equivocadamente que al abusar de la mala palabra y de las imágenes grotescas el televidente los va a ver. Esa forma fácil de hacer humor fracasa porque el público es cada vez más selectivo”.

SONDEO

Le parecen buenos los programas de humor que ofrece la televisión ecuatoriana? Sí No ¿Por qué?

Sí son buenos, pero su calidad de producción debe mejorar.
Verónica Franco, 23 años
Estudiante, Guayaquil

No, porque últimamente han tergiversado el concepto de comedia. Todo lo asocian con lo vulgar, con el doble sentido.
Horacio Pazmiño, 39
Abogado, Guayaquil

No, son aburridos y siempre se la pasan insultando.
Alejandro Ponce, 29
Contador, Machala

Sí, son buenos y saludables para el que los ve.
Elba Vera, 50
Licenciada en enfermería, Guayaquil

Sí, porque hay variedad y notas la realidad del país. Disfruto las críticas a funcionarios.
Yessenia Alcívar, 28
Profesora, Esmeraldas

No, porque la mayoría son copia. Falta creatividad.
Jhonny García, 45
Ingeniero, Guayaquil

No, falta originalidad. Lo que ellos transmiten no es humor.
Roberto Córdova, 25
Distribuidor, Guayaquil

Sí, porque la mayoría satiriza la vida cotidiana.
Fernando Castañeda, 32
Diseñador, Guayaquil

Sí, pienso que nuestros actores cada vez se preparan mejor.
Carmen Reyes, 29
Secretaria, Machala

Sí, son programas que están tratando de salir adelante y los veo cuando puedo.
María Elena Valenzuela, 38
Ama de casa, Quito.

No, son una farsa. A mí no me hacen reír, prefiero el cable.
Joselin Lastra, 24
Secretaria, Quito

No, porque siempre es lo mismo. Los mismos actores, chistes. Son pocos los originales.
Denisse Herrera, 29
Ama de casa, Guayaquil

No es que sean buenos, pero sacan del aburrimiento.
Juan Heredia, 23
Locutor, Cuenca

Sí, todo lo que haga reír es bueno.
Fernanda Loor, 16
Estudiante, Manta