Sin embargo, nadie se atreve a compararlo con el de su padre, el magnate Luis Noboa Naranjo, quien amasó una fortuna valorada por la revista Forbes en 1.200 millones de dólares en 1996, dos años después de su muerte.

Y precisamente para marcar diferencias con él, Noboa Pontón (guayaquileño, de 52 años) dice que prefirió iniciar negocios propios, mientras estudiaba Derecho en la Universidad de Guayaquil.

Así, se jacta de haber acumulado una fortuna personal de 200 millones de dólares antes de los 40 años.

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Controla tres conglomerados económicos: Grupo de empresas Álvaro Noboa, Corporación Noboa y Grupo Noboa.
Aclara que heredó una porción mínima de las acciones de esas compañías. El resto –dice– lo negoció con sus hermanos y la viuda de su padre, Mercedes Santistevan, aunque está pendiente la resolución de varios juicios por la repartición de la herencia.

Con todo ese poder económico, el aspirante del Prian busca poder político. Es la segunda ocasión que quiere llegar a la Presidencia.

La primera fue en 1998, apadrinado por el ex mandatario Abdalá Bucaram –quien lo nombró presidente de la Junta Monetaria durante su gestión– pero perdió la elección con el candidato demopopular Jamil Mahuad.

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Para participar en la elección de este año, Noboa –ya distanciado de Bucaram– formó su propio partido político y encargó la dirección a sus más cercanos colaboradores.

En la primera vuelta, el candidato, quien no detalló su plan de gobierno, quedó finalista con 794.614 votos.

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Su actividad proselitista se caracterizó por las limitadas entrevistas que ofreció a la prensa, los recorridos de las brigadas médicas de la fundación Cruzada Nueva Humanidad, el reparto de miles de camisetas y el millonario gasto publicitario, que le costó una multa ordenada por el Tribunal Supremo Electoral por excederse del límite legal.

En la segunda vuelta, Noboa cambió su estrategia de campaña con la asesoría del consultor político Luis Eladio Proaño, quien colaboró en el gobierno de Bucaram.

Diariamente, convocó a ruedas de prensa donde revelaba “capítulos” de su propuesta: convertir al país en una gran zona libre, eliminación del Impuesto a la Renta, planes de vivienda y de salud y reactivación petrolera.

Confrontó enérgicamente a Lucio Gutiérrez e impulsó una campaña “negativa contra su opositor”, como la denominó Proaño, con denuncias de maltrato familiar.

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Lo que no cambió fue la promoción de una imagen de empresario “exitoso”.