A 3  o 4 mil metros de altura el entusiasmo por las elecciones es tibio. Pese a todo se esperan cambios.

En la parroquia rural Salasaca, del cantón Ambato, se ha establecido un método con el que se pretende evitar los fraudes. Algo así como una receta para no sufrir decepciones posteriores a las elecciones.

Dirigentes de 18 comunidades indígenas de ese sector han firmado con algunos candidatos a la diputación o concejalía un acta de compromiso. Un documento en el que los postulantes garantizan con su rúbrica, con su palabra puesta en un papel, que cumplirán promesas de campaña específicas, como dotación de agua potable o alcantarillado.

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Los de la comunidad –a quienes les toca hacer primero su parte–  prometen rayar la papeleta en los casilleros donde aparecen los nombres de aquellos a quienes creen haber convertido en sus socios políticos.

Si el candidato gana y luego falla, las comunidades lo denunciarán a través de la prensa o en alguna manifestación pública y pedirán su destitución. “Será desprestigiado”.

Una medida alternativa ante la desconfianza que el pueblo indígena de las provincias centrales de la Sierra –donde está buena parte de los 3 millones de quichuas de esta región, según la Confederación de Nacionalidades Indígenas– siente hacia los candidatos de los partidos tradicionales, ante otros “hermanos” que los han “decepcionado” y frente al mismo proceso electoral.

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Hombres y mujeres de indumentaria tradicional, que viven esparcidos a lo largo y ancho de los caminos empinados que se elevan hacia las cumbres de las montañas de Tungurahua, Chimborazo y Cotopaxi, creen que a los postulantes que corren en las elecciones del domingo próximo les falta contagiarse de principios que rigen la vida de los pueblos indígenas.

Es una filosofía de vida que se resume en frases como: ama llulla, ama killa y ama shuhua, por los cuales se prohíbe mentir, ser ocioso o robar.

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Cualidades que los Salasacas esperan lograr con su método.  Quieren acabar con las promesas hechas al viento, como aquella que, según Baltazar Chinriquinga, de la comunidad de Chilcapamba, “hicieron candidatos de la lista 5 en las elecciones pasadas”: conseguir contactos para que los artesanos Salasacas exporten sus productos a Europa.

Después de ganar las elecciones, los diputados no volvieron a hablar sobre aquel tema y los tejedores del centro de la Sierra continúan sin créditos y contactos en mercados extranjeros para desarrollar su industria, “explotados”, dicen, “por los de Otavalo”.

Ambiente de misterio
La lucha por los votos también se mide en los cantones pequeños de estas provincias de alma indígena (Colta y Guamote, en Chimborazo y Pujilí y Saquisilí, en Cotopaxi) y también ha llegado hasta algunas comunidades, como Chibuleo en Tungurahua, a las cuales solo se accede recorriendo los sinuosos, fríos y polvorientos caminos de las montañas.

La publicidad pegada en paredes y postes del alumbrado eléctrico público vende nombres de aspirantes a mandatarios, a diputados, consejeros y concejales de casi todos los partidos, sobre todo de la Izquierda Democrática, del Prian, del PSC, de León Roldós y del PRE.

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Pero el mayor espacio lo ocupa la imagen de Lucio Gutiérrez, a quien apoyan los que siguen la línea de la Conaie, en la que se encuadran los candidatos de Pachakutik.  El rostro y el nombre del indígena que quiere ser candidato, Antonio Vargas,  está casi ausente.

El voto de las nacionalidades indígenas de esta parte de la Sierra esconde misterios. Aún muchas comunidades, como la de los de poncho rojo, los Chibuleos y los Pilahuín, en Tungurahua o los de Cacha en Chimborazo, no han decidido por quién votar. El supuesto de que la gran mayoría se alineará a lo que han acordado los dirigentes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) es algo que aún se oculta en las chaquihuasis, como llaman los indígenas a esas casas de tipo ovoide, cubiertas de paja y formadas con madera de  monte y en las de arquitectura moderna donde viven los menos pobres.

Tiene mucho que ver los altos niveles de analfabetismo que aún afecta a poblaciones como las de la parroquia Columbe, del cantón Colta, en Chimborazo. En estos días sus dirigentes han solicitado la ayuda del municipio para imprimir material de estudio para programas de alfabetización dirigidos a 4 mil personas.

La división
Los indígenas dicen que la fuerza de su pueblo radica en ser un solo corazón, un solo puño, un solo pensamiento (shuc shungulla,  shuc maquilla, shuc yuyailla), ser esa fuerza que los ha hecho protagonistas de hechos políticos desde el “levantamiento” de 1990.

Pero en estas elecciones el puño y el pensamiento se abrió. La mayoría está con el candidato que apoya la Conaie (Lucio Gutiérrez) y otros con el hijo que se separó de esa organización (Antonio Vargas). Una división por la que unos sienten vergüenza, otros decepción o indiferencia.

“Qué pena, no ha habido un consenso indígena, ha habido una división. Por eso estamos debilitados.

Creo que no estamos todavía para llegar al poder: los de Conaie por aquí, los de Feine (Federación de Indígenas Evangélicos) por acá... hay que hacer bastante conciencia a la gente”, dice Pedro Huilcarema, coordinador de educación de la Casa Indígena de Riobamba.

FRASES

“Como gente indígena, del campo, han pensado que ya no quieren saber nada de las mentiras, del cuento, de los que dicen pan, techo y empleo. Ahora quieren gente que sepa trabajar y que hable del pueblo indígena, que no haya corrupción. Los indígenas sí tienen sus capacidades o sus valores y son capaces para ser dirigentes, cada vez se están preparando más y más”.
María Morocho
Secretaria del parlamento 
Indígena Popular de Guamote

“Hemos inaugurado la electrificación que conseguimos por la autogestión de la comunidad. Habíamos conseguido unas computadoras para los colegios bilingües, con mucho esfuerzo, para que los niños aprendan la nueva tecnología, pero no las podíamos usar porque no había energía eléctrica. Aquí faltan muchos servicios básicos, por eso ya no podemos creer más mentiras”.
Hugo Licta
Comuna Tiguayahuartoa, Cotopaxi

“En esta comunidad siempre hemos sido un poquito marginados.  En la política, nosotros como gente campesina sabemos poco, muy poco. Los políticos primero piden el voto y después no cumplen. Hubo un proyecto de alcantarillado, de empedrado, pero ahí dejaron sin terminar. No hay cómo confiar en la gente blanca o indígena, cuando llega se olvida, gane quién gane”.
José Tichi
Chibuleo, Tungurahua

“Como durante  tantos años los políticos siempre nos han engañado, ahora no hemos brindado apoyo a ninguno de ellos. Siempre nos han engañado, tanto el sector indígena como el mestizo.  Así es la política. No nos hemos puesto de acuerdo en nuestra comunidad, pero de todas maneras vamos a ver qué decidimos, lo que necesitamos es que piensen de verdad en los indígenas”.
Casimiro Cuysuye
Junata Parroquial Pilahuín, Tungurahua

“En el cantón Guamote el alcalde, que es indígena,  nos ha abierto las puertas.  Ahora sentimos que hay apertura, se nos atiende y eso es algo que no había antes, ningún indígena era tomado en cuenta. No teníamos acceso a nada, pero ahora hay esa libertad, esa confianza de venir al Municipio con algún proyecto, a pedir ayuda para realizar alguna obra en las comunidades y conversar en los dos idiomas”.
Alfredo Muñoz Caiza
Columbe, Chimborazo