No sería ético volver a convocar a la Selección a los que repetidamente han cometido actos de indisciplina. Estoy convencido de que la sociedad ecuatoriana viene expresándose, de diferentes maneras, contra conductas o procederes nocivos. Lo hace, por ejemplo, cuando exige a las autoridades que sancionen de forma implacable a quienes violan las leyes o quebrantan la Constitución de la República. Hasta en los resultados de la última consulta popular vemos que el país se ha expresado en ese sentido.

En lo deportivo también hay esa reacción y un reclamo de aplicación de sanciones severas. Si hay una falta grave, como la que cometieron Robert Arboleda, Gonzalo Plata y Kendry Paéz, la pena debe ser rigurosa -integraban la delegación de la Tricolor cuando fueron a un club de striptease de Nueva York en marzo pasado, en su día libre antes de un amistoso con Italia-.

En el caso de los dos reincidentes en incurrir en hechos de mala conducta, Arboleda y Plata no merecen ningún tipo de consideración ni misericordia. Es la única manera de fijar un precedente disciplinario. Solo así se podrá cortar la cadena de actos vergonzosos que tienen como protagonistas a los que representan a nuestra Selección.

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Creo que de cara a la Copa América de Estados Unidos 2024, la Federación Ecuatoriana de Fútbol tiene la mejor oportunidad de mostrar una postura enérgica, tratándose de la obligación que tienen los seleccionados de acatar el régimen disciplinario. El actual directorio de la FEF advirtió, cuando se posesionó en enero del 2019, que se acaban las licencias y que las reglas se iban a obedecer.

Lamentablemente, hasta el momento la dirigencia de la Ecuafútbol no ha cumplido en esos ofrecimientos porque ya debió haberse expresado y decir “estas son las sanciones para tales jugadores”. Es un error dejar en libertad a un director técnico para que sea el juez, si ese es el caso, y que él determine si convoca o no a los indisciplinados. Eso sería un contrasentido.

Si la FEF deja escapar la oportunidad de castigar una falta grave, cada vez más perderemos la confianza de que disciplinariamente se ajusten las cosas. Hay que evitar que en las próximas delegaciones se den licencias, como las que hubo en la última fecha FIFA. Hay que mandar el mensaje para los más jóvenes, para los que están creciendo en el fútbol: se actuará con dureza contra el mal comportamiento.

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En el caso de Kendry Páez, de 16 años, él no ha mostrado signos de arrepentimiento. Ese es un tema que los padres y las autoridades de nuestro balompié debieron recomendarle a este joven, que está en pleno crecimiento, que vive un mundo distinto, y al que la fama lo está atrapando.

Páez debió decir “lo siento, discúlpenme, no lo voy a volver a hacer”. Una actitud de remordimiento habría caído muy bien en la sociedad. Pero los tres han evitado hacer eso. Por ser un menor de edad, pienso que una fuerte amonestación bastaría para el volante de Independiente del Valle. Tiene tiempo para rectificar. De los otros, Arboleda y Plata, no espero rectificación alguna. (O)