Una de las agresiones más violentas que se recuerdan en la Copa Libertadores, en tiempos recientes, tuvo como víctima a Joao Rojas, quien en su fatídico partido número trece con Barcelona SC fue ‘cazado’ por Igor Vinícius, defensor del Sao Paulo, la noche del jueves 16 de mayo.

Con fractura del peroné de la pierna derecha, Rojas será operado este viernes y aunque todavía no es oficial se estima que la tercera lesión de gravedad del orense (la primera con Emelec, en el 2017; la otra cuando jugaba en el Monterrey, en el 2022) lo mantendrá ausente de las canchas entre cuatro y seis meses. Es decir, podría reaparecer cerca del final de la actual temporada.

En una columna en EL UNIVERSO Jorge Barraza escribió la semana anterior, respecto al balompié brasileño, que “el jogo bonito, esa joya que hasta le proporcionó simpatía y prestigio universal como nación, es un borroso y amarillento recuerdo” y que desapareció un fútbol vistoso porque “priorizaron la fuerza o la táctica”.

Publicidad

Solo tarjeta amarilla

Impera hoy en los clubes de Brasil, entre los que juegan la Libertadores, un nivel ordinario, un estilo utilitario y la obtención de títulos sin brillo. Los abanderados del balompié auriverde dejaron de ser Pelé, Zico o Ronaldo, para convertirse en sus símbolos Dunga o Felipe Melo, modelos del fútbol-fuerza.

El jogo violento apareció en el estadio Morumbí, en el Sao Paulo 0, Barcelona SC 0, por la fase de grupos de la Libertadores. El periódico Gazeta Esportiva publicó que “el lateral Igor Vinícius realizó una fuerte entrada al rival cerca del costado del área paulista, que inmediatamente cayó dolorido. En la jugada, el paulista recibió tarjeta amarilla y no hubo intervención del VAR. A partir de entonces Joao Rojas ya no pudo poner el pie en la tierra. Tanto es así que fue sacado del terreno de juego por el defensa del Sao Paulo Alan Franco”.

¿Por qué el VAR no vio la repetición de la acción? Tras la brutal arremetida por detrás la pierna de Rojas se dobló como si fuera de plastilina, pero el árbitro peruano Kevin Ortega no revisó en el VAR las imágenes de la violenta entrada que probablemente clausuró la campaña 2024 del ecuatoriano.

Publicidad

Salió llorando

Los jueces que asistieron a Ortega desde la cabina del VAR (el jefe del sistema fue Heider Castro, de Colombia) tampoco lo alertaron de la desmesurada fuerza, en una embestida por detrás, empleada por Igor Vinícius para frenar a Rojas cuando ya pisaba el área paulista. Rojas ni siquiera pudo esquivarlo porque ni lo vio venir.

Con el orense retorciéndose de dolor en el piso, Ortega amonestó con tarjeta amarilla a Igor Vinícius, quien se acercó para darle la mano a Rojas, pero este lo alejó, molesto, empujándole la cabeza. (D)