Después de 9 días de protestas, con un saldo de 5 muertos, cientos de heridos y detenidos, y consiguiente paralización económica del país, el presidente Lenín Moreno se sentó con los representantes indígenas a negociar sobre el Decreto 883, que ponía fin a los subsidios a los combustibles. Fueron once días de terror, violencia, asaltos y vandalismo, que comenzaron el 1 de octubre de 2019, dejando daños y pérdidas, según el Banco Central del Ecuador, de $ 821,68 millones.

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El presidente Moreno, cual si hubiese tenido una pistola en la sien, presionado por los vándalos y la intransigencia de los dirigentes de los indígenas, tuvo que bajar la cabeza y acceder a las desacertadas demandas, que exigían, además, la salida del FMI, de dos ministros de gobierno y del propio presidente. Pésimo precedente, desde luego.

Hay gente que cree, como dice un dicho popular, que con solo soplar se hacen botellas. Ignoran lo que significa gobernar...

No debemos olvidar tampoco los efectos perjudiciales de las paralizaciones nacionales de junio de 2022, que fueron de $ 1.115,4 millones. En ambos casos, el sector más afectado fue el productivo.

Ahora parecería que volvemos a coger la pistola para ponerla en la cabeza de quien todavía no ocupa Carondelet. Hace unos días, ya apareció uno de los que se denominan dirigentes indígenas y, a nombre de la Conaie, puso en el tapete 15 demandas, con la amenaza al electo presidente Noboa de que “enfrentarán cualquier paquetazo neoliberal o medidas económicas impopulares que se impongan”.

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Para empezar, nos preguntamos a qué porcentaje de la población ecuatoriana representan estas personas que ignoran que los ecuatorianos somos más o menos 17 millones y que las minorías, por respetables que sean, no pueden darse el lujo de someter al resto. Además, deben considerar que, en sus propias comunidades, hay muchos de ellos que favorecieron con su voto al candidato Noboa y que, por tanto, no se debiera hablar a nombre de estos electores.

Por otro lado, ya estamos cansados de la violencia, el terrorismo, la inseguridad y las consiguientes pérdidas que conlleva este clima belicoso para el país. No vamos a tolerar, de ninguna manera, que nuevamente se tomen las calles, asalten, hieran, maten, saqueen y cometan más hechos vandálicos a nombre de aquellos que constituyen una de las poblaciones más preteridas del Ecuador, porque mientras quienes dicen ser sus dirigentes andan en vehículos de alta gama los demás se desplazan a pie o, en el mejor de los casos, a lomo de mula, siendo muy precaria la condición del indigenado, en general.

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Exigir, por ejemplo, que se suspendan los tratados de libre comercio es una gran insensatez. Es no tener idea alguna de lo que esto representa para todos, puesto que las negociaciones toman algunos años, nos permiten exportar nuestros productos y colocarlos en los mercados internacionales a buenos precios e importar con ventajas lo que no producimos.

Hay gente que cree, como dice un dicho popular, que con solo soplar se hacen botellas. Ignoran lo que significa gobernar un conglomerado diverso, con necesidades extremas y problemas atávicos de toda índole, agravados por terrorismo y narcotráfico.

No estamos dispuestos a tolerar estas amenazas. (O)