Una vez más, el centro de entretenimiento digital La Posta ha logrado distraer la atención de los ciudadanos ecuatorianos que usan a las redes sociales como principal fuente de información. Los antivacunas, los desocupados, los lamparosos y los despistados que olvidan corroborar externamente las noticias se hacen hoy de la vista gorda frente a los problemas más acuciantes del país gracias a la última acrobacia de Andersson Boscán. En esta ocasión, la causa de la distracción es mucho más grave de lo común. En Metástasis, el caso de delincuencia organizada investigada por la Fiscalía General del Estado, se acaban de revelar las conversaciones virtuales que Boscán mantuvo con Leandro Norero, narcotraficante involucrado en una red de corrupción que incluye a policías, jueces, abogados, políticos y demás delincuentes.

Hay evidencia de que Boscán, socio y trabajador de La Posta, cultivó una relación personal con un criminal mientras estuvo tanto prófugo como preso, y con expresa intención de continuarla tras su excarcelación. Frente a las críticas, el entretenedor graba un video con la apariencia de recién salido de la barbería para justificar de manera pintoresca por qué estaba de “ñaño” de Norero. Entre las razones que expone se encuentran que él está dispuesto a todo por conseguir información explosiva, a la que él llama periodismo. Para eso, se vuelve cómplice de un delincuente que rompe una vez más la ley para comunicarse desde la cárcel usando su propio dispositivo electrónico.

La cadena de valor de La Posta es sencilla. Pan para el circo, un nuevo escándalo acompañado de juegos pirotécnicos y una ronda de tragos con la que vulneran a entrevistados frente a las cámaras. Cuando eso no es suficiente para capturar la atención de los auspiciantes, Boscán está presto a hacer un acto de aparición en la Asamblea Nacional del Ecuador cargando cajas con el logotipo de su más reciente muestra escénica. Mientras que en el periodismo las fuentes anónimas se limitan a la obtención de información creíble que no se puede obtener de ninguna otra manera, La Posta las usa a conveniencia.

Boscán ha aducido que él aplica prácticas periodísticas regulares, pero la Carta mundial de ética de la Federación Internacional de Periodistas contempla principios que deslegitiman lo que él hace. Entre ellos se encuentran: 1) no servir a otros intereses o recibir provecho por la difusión de información, para evitar los conflictos de interés, 2) abstenerse de actuar como auxiliar de la Policía, 3) no asumir compromisos que probablemente arriesguen su independencia, 4) usar métodos justos para obtener información.

La Posta aduce que la prueba de que hacen un gran trabajo periodístico es que han llegado a finalistas de los premios Festisov, donde se “miden” con The New York Times. Pero esto no significa que Boscán tiene la calidad profesional o moral de un periodista, sino que el concurso no tuvo todos los elementos de juicio al momento de seleccionarlos. Basta ver su macarrónico examen complexivo para graduarse de licenciado para comprobar que no domina ni la gramática básica. (O)