Los ecuatorianos debemos pronunciarnos el próximo 20 de agosto sobre si dejamos el petróleo bajo tierra en el bloque 43 ITT (campos Ishpingo, Tambococha y Tiputini), para proteger los bosques que lo rodean y los pueblos en aislamiento voluntario (tagaeri y taromenane), en uno de los lugares con mayor biodiversidad del planeta; o, explotamos los 55.000 barriles diarios que dan un ingreso bruto anual de $ 1.200 millones y que, según los entendidos, irían al pago de la deuda externa como lo dispone la Ley Orgánica de Ordenamiento de las Finanzas Públicas, y no al desarrollo social.

Debemos contar, además, el costo de desmantelamiento de las instalaciones petroleras en el lugar y de la nueva consulta para ello, más las indemnizaciones a las contratistas, por lo que se estima, según lo expresado por el ministro Santos a este Diario, el 11 de junio, que la pérdida sería de más de 14 mil millones de dólares en los próximos 15 años, con lo que se afectaría la balanza comercial global y se pondría en riesgo la dolarización.

Decisión y controles para consulta popular

La forma de compensar estos perjuicios podría darse con el incremento de tributos, lo cual agravaría más la difícil situación económica que atravesamos, y/o suprimiendo subsidios e incentivos tributarios. Debemos considerar también que el fenómeno de El Niño ya no es una amenaza sino un evento desastroso inminente. Las cifras son aterradoras respecto de los daños que sufrirán los sectores pesqueros, camaroneros y ganaderos, sembradores y exportadores de banano, caña de azúcar, maíz, cacao y arroz, amén de la devastación de infraestructura para la producción y el consecuente desempleo que se estima será de, al menos, 30.000 plazas.

Por otro lado, es necesario considerar los daños ambientales y a los seres humanos que habitan en el área petrolífera, más todavía si asumimos que se trata de la salud y de la vida de los pobladores afectados con la contaminación del agua y de la tierra y, lo más grave, el aniquilamiento de la selva. No obstante, parece que los esfuerzos que se realizan para su mitigación son bastante positivos. Recordemos también que la corrupción ha salpicado la explotación del crudo en nuestro país y que ha dado como resultado un incremento desproporcionado de la riqueza de unos cuantos en detrimento de los demás.

No explotar el bloque 43 ITT afectaría la sostenibilidad fiscal y se dejarían de percibir $ 1.200 millones al año, advirtió la Cámara de Comercio de Guayaquil

La explotación debe ser responsable, con el mínimo impacto perjudicial al hombre y a la naturaleza...

La actividad petrolera genera emisiones atmosféricas cargadas de dióxido de carbono, metano y óxidos de nitrógeno. Su aumento retrasa la difusión al espacio de la radiación infrarroja, lo que conduce al calentamiento global y con ello el derretimiento de los glaciares, el incremento del nivel de ríos y mares y devastadoras lluvias torrenciales.

La explotación debe ser responsable, con el mínimo impacto perjudicial al hombre y a la naturaleza, que permita vivir de forma saludable y adecuada a todos. Lo ideal sería ir sustituyendo esta actividad por otra, como la minería limpia, que nos deja $ 3.000 millones al año; incrementar el turismo, ofreciendo más seguridad; y diversificar la agricultura, poniendo más atención al campo.

Lamentablemente, no explotar el petróleo, ahora, significaría perjudicar a una mayor cantidad de personas en el país que a quienes habitan en el Yasuní. (O)