En los momentos más cruciales de la vida del Ecuador, se requieren de los más capaces para solucionar los acuciantes problemas nacionales. Se necesitan líderes con visión patriótica y de compromiso con nuestra Patria, devastada por una plétora de retos que traen desesperanza, frustración e ira. El país se desangra en asesinatos diarios que demuestran la incapacidad y una ausencia del Estado nacional. Qué profunda pena tenemos los ecuatorianos de haber perdido la paz social y vernos confrontados entre hermanos con una incapacidad de encontrar acuerdos entre grupos predominantes que más parecen los pendencieros del barrio.

La realidad de la geografía ecuatoriana, rodeada por volcanes activos, por ríos que desbordan sus cauces, por deslaves que han costado decenas de vidas, es prueba de que no nos hemos preparado adecuadamente. Estos embates de la naturaleza se incrementarán con el cambio climático, con el calentamiento de los mares y con el agravamiento de los fenómenos naturales. No importa si los países del sur global son los que menos polucionan, nuestros vecinos del norte ya han causado un daño irreversible y se resisten a buscar soluciones duraderas, y ahora se anuncia un nuevo fenómeno de El Niño que causará devastación en los sectores productivos de la Costa y de la Sierra, costará más vidas y destruirá la poca infraestructura que tiene el Ecuador.

Tenemos una sociedad con retos estructurales enormes que tiene a millones en la pobreza y en la desesperanza. No hemos sido capaces de innovar en un mundo que está llegando a la inteligencia artificial, pero las normas laborales vigentes datan de 1938. Tal es la ceguera que millones de ecuatorianos y sus familias han arriesgado sus vidas migrando en condiciones adversas porque no encuentran trabajo en nuestro Ecuador.

Es el testimonio de una sociedad estancada en el tiempo de disputas pueriles y en debates prehistóricos entre los marxistas y capitalistas acérrimos.

La esfera de lo político ha sido la más criticada. No hay día que no salte un escándalo, un nuevo intento circense de atraer atención, una nueva acusación de corrupción, un nuevo hito de lo ridículo, que nos deja perplejos. Necesitamos un parlamento que debería conducir la cosa pública con conocimiento y visión, pero cuyos integrantes son reos de sus intereses y títeres de cacicazgos que imposibilitan encontrar soluciones para un pueblo bondadoso y gentil. La sociedad ecuatoriana está golpeada, se desangra por la lucha entre bandas nacionales e internacionales del narcotráfico y por una delincuencia común que nos tiene aterrorizados. Nuestro destino geográfico nos ha puesto entre vecinos que son los mayores productores de cocaína del mundo para proveer a los millones de consumidores en otras latitudes. Nos está costando sangre ser un país de “tránsito” para quienes están en este lucrativo negocio. ¡Tenemos que parar esto!

Dejemos a un lado la polarización y busquemos el bien de todos los integrantes de la sociedad. Eliminemos la inequidad y emprendamos un nuevo camino con la esperanza de un mejor mañana. (O)