Cuando se escucha de proyectos científicos que consisten en monitorear a animales con rastreadores, generalmente se trata de mamíferos o aves. La comunidad científica lleva décadas rastreando los movimientos de todo tipo de ballenas, orcas, delfines, tiburones, osos, felinos y pájaros amenazados.

Este tipo de proyectos rara vez se enfocan en reptiles, señala María Elena Barragán, herpetóloga y directora ejecutiva de la Fundación Herpetológica Gustavo Orcés, que a su vez dirige el Vivarium de Quito, centro de cuidado de reptiles en cautiverio. Fue en parte por eso que decidió gestionar desde 2019 un proyecto para monitorear a un ejemplar de Lachesis acrochorda, la serpiente verrugosa del Chocó, nativa de Ecuador, Colombia y Panamá.

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Es el primer proyecto de este tipo en el país

En diciembre pasado se le hizo una operación no invasiva a la culebra, en la cual se le implantó un dispositivo radiotransmisor de 26 gramos. Luego de un periodo de observación, en el que se aseguraron de que la serpiente se recupere de la intervención, los investigadores soltaron al animal en la reserva de la Fundación para la Conservación de los Andes Tropicales, en una zona previamente aprobada.

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Los técnicos del Vivarium tienen previsto rastrear al espécimen por cinco años. Los tres primeros años del proyecto, según Barragán, costarán $ 120.000, cifra que la investigadora fue reuniendo poco a poco con becas científicas. Además, según la científica, es el primer proyecto de rastreo de una serpiente en un país hispanohablante de Sudamérica (Brasil es líder en este tipo de investigaciones).

Luego de la intervención, la serpiente descansó un mes antes de ser liberada. Foto: Cortesía: Vivarium Quito

La tecnología utilizada no solo les permite a los técnicos del proyecto saber dónde está la serpiente, sino que también transmite datos sobre la temperatura corporal de la culebra tanto como la ambiental, con el objetivo de analizar la relación entre ambas variables.

Es la primera vez en el mundo que a este animal se le pone un dispositivo para detectar su temperatura cada hora por cinco años. Vamos a saber qué le pasa a la culebra en términos de termorregulación”, indica la experta, y agrega que esto les ayudaría a entender cómo podría afectar el cambio climático y las temperaturas más y más extremas en el estado de conservación de reptiles.

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Como parte del estudio también esperan analizar el estado de salud de serpientes salvajes. Barragán señala que en los últimos quince años los ejemplares criados en la naturaleza tienen menos talla, apuntando a afectaciones en sus hábitats o a enfermedades emergentes.

No obstante, además del análisis de su distribución, estado de salud y temperatura corporal, la bióloga indica que uno de los aspectos más importantes del estudio es el precedente que podría dejar en la toma de decisiones ambientales, como en la delimitación de áreas protegidas del país.

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“Se habla del oso de anteojos, del jaguar, de los grandes mamíferos, que está bien, son animales increíbles y es válido, pero no hay ninguna consideración del espacio de hábitat que necesitan los reptiles como la verrugosa, que tiene un puesto importante en la cadena ecológica. No hay un conocimiento sobre reptiles que pueda trascender a nivel de mesas de trabajo, de toma de decisiones políticas”, explica.

Barragán, además, plantea que la diversidad de serpientes que existen en el país podría aprovecharse en el ámbito turístico, tal como la práctica de avistamiento de aves, y que las comunidades que viven cerca del hábitat de la verrugosa podrían beneficiarse de actividades turísticas organizadas alrededor de la serpiente. Sin embargo, la experta reconoce que el país “todavía no está listo” para implementar un proyecto de esa naturaleza.

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Una de las dificultades que afrontó Barragán en la génesis del proyecto, además de conseguir el financiamiento, fue encontrar un asistente de campo y un profesional especialista en verrugosas para que realizara la intervención quirúrgica. Este último requerimiento, según la científica, fue impuesto por el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica a falta de dos meses para iniciar el proyecto.

Buscó a médicos extranjeros y encontró a Dale Denardo, veterinario estadounidense y director de Cuidado Animal y Tecnologías en la Universidad Estatal de Arizona, quien realizó la operación. Su asistente también lo buscó en el extranjero: dio con un estudiante de la Universidad de los Andes de Colombia tras “la negativa de varias universidades ecuatorianas”, subraya Barragán.

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También espera que Ecuador eventualmente se convierta en líder de este tipo de proyectos y trabajar junto con herpetólogos de Colombia y Panamá para establecer un biocorredor para esta especie, cuyo hábitat, señala, se ha visto afectado por intervención humana. (I)