Pese a que la isla Santay se encuentra en medio de Guayaquil y Durán, dos ciudades densamente pobladas, no se conocen a detalle las especies de fauna silvestre que habitan sus ecosistemas. De hecho, la poca información sobre la herpetonafuna (reptiles y anfibios) de la zona motivó a un grupo de científicos de universidades de Ecuador y Estados Unidos a realizar una investigación.

El estudio, publicado el pasado 30 de mayo en la revista en línea Check List, documentó 12 especies de anfibios y 20 de reptiles pertenecientes a 16 familias. Dentro de estas se encontraron tres especies introducidas: la rana toro (Lithobates catesbeianus), que previamente ya había sido reportada, y dos lagartijas (por primera vez reportadas): el gecko Hemydactylus frenatus, conocida como salamanquesa asiática, y la Anolis sagrei, conocida como la Anolis café. Los científicos realizaron censos en la isla entre 2010 y 2022.

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La rana toro se considera como un predador mayor que incluye en su dieta otros anfibios y vertebrados pequeños, además compite por alimento y espacio con especies nativas.

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Estudios previos han determinado que la población de rana toro en Santay puede haberse establecido recientemente o haberse enriquecido con la inmigración ocasional de poblaciones río arriba. También se han planteado hipótesis como que esta especie exótica podría estar depredando renacuajos o adultos de especies nativas, aunque un análisis reciente de su dieta no encontró evidencia de depredación por anfibios.

Sin embargo, los científicos aún recomiendan controlar las poblaciones de estas ranas e identificar fuentes potenciales de colonizadores para minimizar su propagación por la isla.

La rana toro es una de las especies introducidas que habitan en la isla Santay. Foto: Archivo

En el caso de la Anolis sagrei, estudios previos en otras regiones la categorizan como una especie agresiva que puede desplazar a especies nativas.

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“En este caso hay dos especies de anomia nativas que se encuentran en la isla y podrían ser afectadas en este aspecto. Sin embargo, aún no se conoce cuál es el tamaño de la población de sagrei en la isla o si se ha establecido. Sabemos que está bien establecida en Guayaquil y Samborondón, pero aún se requiere estudiar en detalle las poblaciones en la isla”, indica Andrea Narváez, científica ecuatoriana que participó del estudio.

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En el caso de la Hemydactylus frenarus, está asociada a zonas habitadas, casas y demás infraestructura, pero se desconoce información sobre su interacción con especies nativas: “Se recomienda una evaluación completa del estado de las poblaciones de las tres especies introducidas para tomar medidas adecuadas que detengan la introducción. Es importante realizar estudios de ecología que nos permitan conocer cómo se comportan estas especies y cómo responden las especies nativas, y de esta manera tomar acciones para controlar las poblaciones ya establecidas”, señala Narváez.

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Si bien no hay indicios de competencia directa con otras especies nativas, la prevalencia de este reptil en la isla implica un dominio potencial dentro de la comunidad. Sin embargo, para determinar las medidas apropiadas para el manejo o la exclusión de esta especie, es necesaria una evaluación integral del estado de su población.

En la isla Santay fueron encontrados ejemplares de la largartija Anolis sagrei. Foto: Tomada de Bioweb

La investigación también encontró dos especies amenazadas: Engystoos guayaco (vulnerable) y Crocodylus acutus (vulnerable). Además, una especie en la categoría Casi amenazada: Anolis festae. A pesar de algunos daños ambientales históricos en la isla Santay, las poblaciones de estas tres especies parecen no estar expuestas a amenazas locales importantes, excepto por la presencia de especies introducidas, añade el estudio.

Sin embargo, los científicos consideran que la contaminación lumínica y acústica puede tener efectos negativos para las especies que habitan en Santay debido a la cercanía de Guayaquil, Samborondón y Durán. Se ha informado que la contaminación lumínica y acústica altera los patrones de comportamiento de la herpetofauna, como los periodos de actividad y los sistemas de comunicación, dice el documento. Ciertas especies pueden tolerar esta contaminación, otras adaptarse, pero varias podrían ser afectadas.

Al conocer qué especies están en la zona se pueden plantear evaluaciones para estudiar la afectación de estos factores en la ecología y comportamiento de las especies.

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“La isla Santay ha tenido históricamente actividades de agricultura y ganadería, por lo que una buena porción de la isla tiene una afectación. Por otro lado, la presencia de la comunidad que se encuentra en la zona norte representa un punto de movilidad de especies introducidas, cambio de la estructura del paisaje por infraestructura, así como generación de desechos (en este caso sería importante evaluar cómo se manejan y procesan los desechos, no conocemos esto en detalle)”, dice Narváez. (I)