“Darle la vuelta” a la “problematización de la violencia en México” fue uno de los propósitos que Julián Herbert se planteó cuando empezó a escribir Tráiganme la cabeza de Quentin Tarantino, su libro de diez relatos con el que esta semana el autor se suma a los invitados de la FIL de Guayaquil.

“Una de mis ideas era la violencia en México, dejar de verla como esta cosa tan solemne, con esta idea de que solo hay tragedia dentro de la violencia en México, quería relativizar un poco eso”, refiere el autor mexicano, quien añade que desarrollar esta obra le tomó entre seis y ocho años, ya que su fuerte –dice– no es el cuento, y por ello se toma su tiempo.

Herbert argumenta que decidió ponerle otra cara a su obra, puesto que ya “venía de escribir historias muy dolorosas y muy violentas tanto a nivel personal como a nivel histórico”. “A mí sí me interesaba darle la vuelta un poco al tema y jugar más con la farsa”, menciona el mexicano.

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Por otro lado indica que por muchos años había estado meditando y haciendo cursos sobre lo sublime desde el punto de vista de la parodia. Ese fue otro de los enfoques que involucró en este cuentario, que está narrado como en un formato de guión cinematográfico.

Asimismo, las artes interdisciplinarias se ven involucradas en la construcción de este libro. “Me interesaba mucho acercarme a los universos del arte conceptual y contemporáneo en México, con una mirada un poco burlona y también como homenaje a los artistas contemporáneos mexicanos”, señala el autor, quien dice que no escucha las críticas que han surgido por su giro literario. (I)