Msc. Rafael Montalván Barerra
Especialista en lengua y literatura

Gracias a los maestros que comentaron la columnita anterior. Alejandro no fue el único en inspirarse con su pastiche de fútbol y literatura, también lo hizo Joshua Silvera con mucha suficiencia creativa.

Otros estudiantes prefirieron crear la receta del hombre ideal y de la mujer perfecta, pastiche que consiste en enlistar ingredientes para su preparación culinaria: cuatro gramos de amor, media taza de fidelidad, tres cucharaditas de cultura general, una pizca de picardía, una porción de músculos cultivados en gimnasio, dos gotas de creatividad, etcétera; explicar cómo es la preparación: tomamos el amor y lo ponemos a hervir 10 minutos y agregamos la fidelidad, revolvemos con la cultura a la que se añadirá -después de un minuto- la porción de músculos y la picardía, etcétera.

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Lo extraordinario de la actividad fue la inventiva de los alumnos que estamparon su firma personal a sus recetas.

Jerry puso entre los ingredientes el nombre de su pareja: Génesis, Andy comentó que la receta debe ser criolla para no importar belleza que aquí la tenemos en abundancia, Camila puso énfasis en cómo debe servirse, Grace reparó en la selección de los ingredientes nativos, Jaime destacó el secreto gastronómico, etcétera.

A mis colegas maestros de Lengua y Literatura quiero decirles que existe también una receta a partir de los elementos de las obras literarias leídas: personajes, voces narrativas, tiempos y espacios, figuras retóricas, axiología, discurso, etcétera.

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Pero esto será tema de otra columnita. El pastiche sirve para romper la exégesis habitual de la clase. (O)