El llegar a su trabajo y percibir el olor a libros es algo significativo para Arellys Salas, administradora de Livraria en Guayaquil. Su jornada laboral se ha convertido en su estilo de vida. “Yo estoy feliz aquí, estoy en el ambiente que me gusta. Estar aquí es como estar en casa (...) tengo tanto que leer”, confiesa.

Hace seis meses Livraria abrió sus puertas en el norte de Guayaquil (frente al c.c. San Marino), sumándose así a los espacios independientes que nacen como una alternativa para adquirir libros que, en algunas ocasiones, no se encuentran en las librerías convencionales.

Karina Sánchez, librera de Tosltói (Quito), señala que cada vez surgen nuevos sitios y esto sería un buen síntoma para una ciudad. Asegura que existe un buen grupo de lectores que buscan una librería especializada.

Publicidad

Por ejemplo, si lo que se desea son textos alejados de las tendencias de mercado, en Tosltói puede encontrar a un Ralf-Peter Martin, un Christian Ingrao, o un Stanislaw Lem con su obra La voz de su amo. La Madriguera y Lobo Lunar (Guayaquil y Quito, en su orden) están dentro de los espacios que ofrecen literatura para el público juvenil. Mientras, El Oso Lector y Rayuela son rincones de la capital donde los cuentos y la narrativa infantil protagonizan las estanterías de madera. Esto no significa que dejan de ofrecer diversas temáticas para todas las edades.

Mónica Varea, propietaria de Rayuela, explica que los lectores se empiezan a dar cuenta del trato diferente de las librerías independientes. Salas agrega que dentro de su oficio le ha tocado conseguir títulos que no están dentro de su estantería. Varea entiende muy bien esto, define al lector ecuatoriano como exigente y acelerado. “Si no tienes el libro que quieren, en el momento preciso, te ponen cuernos a la primera”, agrega la librera que tiene en el oficio 28 años.

Recitales, talleres y clubes de lecturas son actividades que ofrecen las librerías.

Publicidad

Ana Salvador, de 18 años, comenta que ha participado de los garajes de libros que realiza la Casa Morada. “He cambiado libros que ya había leído por otros usados que aún no leía”, dice la joven quien considera a la librería guayaquileña como un lugar agradable.

Por otro lado, Lobo Lunar, además de ofrecer libros, vende camisetas con imágenes de personajes sacados de algunas historias de ficción como Harry Potter, El Principito o V de Vendetta. Iván Peña, propietario, comenta que el lugar está destinado a aquellos lectores que “buscan vivir la lectura y la cultura pop de una forma muy diferente a lo que estructuralmente se conoce”. (I)