Por Dr. Eduardo Santillán
Ph.D. Neuropsiquiatra-Terapeuta

Reconozca sus cualidades. Contribuya ayudándole a realizar aquellas actividades que no pueda realizar con suficiencia.

Trátelo/a como un/a niño/a o adolescente que posee la capacidad de mejorar y superarse, así le enseñará a observarse a sí mismo/a como una persona capaz de evolucionar y sobresalir. No lo/a etiquete en base a sus defectos como algo propio de su personalidad: no le diga que es torpe, reconozca que tiene una dificultad en desarrollar sus habilidades motrices (o de movimiento de brazos, manos y/o  piernas); no es violento,  en ocasiones no puede desarrollar autocontrol y actúa con agresividad; no es un ignorante, está aprendiendo a vivir la realidad de la existencia, ¡es inaudito que sepa todo lo que usted, desea que sepa! Nadie nace sabiendo, ¡Usted tampoco! Cuando cometa errores menciónele en qué se ha equivocado, con tino y afecto, explíquele qué debe hacer, por qué debería hacerlo así y cómo sería conveniente que lo haga.

Publicidad

Admítalo/a en su corazón y mente con sus cualidades y sus defectos, recuerde, es su hijo/a, si no le acepta tampoco podrá  aceptarse a sí mismo/a. Usted debe reconocer que su hijo/a no es perfecto/a y que es imposible serlo. Nunca olvide que tampoco usted es perfecto/a. No pretenda que sea como usted quiere, cada uno debe desarrollar el poder tener libre albedrío, solo así podrá construir su propia identidad. Su hijo/a no ha nacido para cumplir sus expectativas como padres o madre; sí para realizar su vida particular. Manifiéstele su cariño, verbalmente o a través del lenguaje no verbal (miradas, expresión corporal, palmaditas, caricias, abrazos, etc.)... (O)