Por Gourman

En Puerto Santa Ana, junto al cerro y frente al Río, se ha desarrollado un Malecón lleno de ofertas gastronómicas. Guayaquil por muchos años creció dándole la espalda al Río, y desde las últimas dos décadas, finalmente los guayaquileños tenemos la oportunidad de disfrutar nuestro Río cada vez más. Nuestra primera parada fue en Paradero Rústico. Escogimos un restaurant con mi plato favorito, Cangrejo.

Tienen una carta bastante extensa y variada, cangrejos en todas sus formas, presentaciones y variaciones, así como con mariscos y pescados acompañados y aderezados con cangrejo.

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Las uñas fueron de lo mejor que probamos. De gran tamaño, preparadas en un sofrito de mantequilla con coco y piña, ligero y bien logrado.

Los camarones estaban en el término perfecto, algo inusual en nuestro mercado en que cocinamos todo “término caucho”.

Pedimos carapachos rellenos de dulce y sal. El primero tenía carne de cangrejo mezclada con un puré de camote, almendras y pasas. Me gustó pero yo aumentaría carne a la mezcla. El de sal estaba gratinado, y era más generoso en carne.

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La crema de cangrejo estaba bastante buena, aunque creo que podría mejorar utilizando más “vísceras” del crustáceo en su preparación para lograr que el fondo de la crema tenga más consistencia y un sabor más profundo y concentrado.

Un plato que me llamó la atención en su descripción fue el Cheese and Crab Bomb: “Mezcla de texturas crujientes de cangrejo, explosión líquida de salsa de cangrejo, servidos con salsa de queso Cheddar, en una cama de nuestro famoso cocolón”. Debo decir que casi lo pido, hasta que llegué al queso cheddar, lo cual me desanimó.

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Pensé, -cuánto ganaría este plato con otro tipo de queso. Pero sin duda tengo un prejuicio por el queso Cheddar, así que ese es el plato que intentaré en mi segunda visita.

Luego pasamos por La Porteñita, otro de los muchos restaurants de la zona. Nos encontramos con buenos anfitriones, y buen servicio, al igual que el anterior local. De hecho, los restaurants de Puerto Santa Ana tienen bastante personal de servicio extranjero, con mucha mejor capacitación y predisposición de lo que estamos acostumbrados. Comenzamos con una empanada de carne y luego un choripán. Muy superior la primera entrada, con la calidad y sabor que uno puede encontrar en Buenos Aires. Me gustó la masa, delicada. El mesero recomendó mucho la costilla. Así que la pedimos. Y en realidad es recomendable. Horneada por 4 horas, adobada solo con hierbas. Sin grasa excesiva. Muy tierna por dentro, crocante por fuera, son 350 gramos de carne de cerdo de gran sabor. Les recomiendo también que huyan de las obleas. Se las tratarán de ofrecer, pero no es una buena elección. Estas si no son como las argentinas. El bar afuera tiene buenas opciones a precios muy razonables. Otro sitio muy simpático para comer informalmente y pasar un buen rato. (O)