Los niños cuyas familias comen juntas con regularidad tienden a tener unas mejores habilidades sociales y unos mejores niveles de aptitud física, informan unos investigadores. Las comidas familiares ofrecen múltiples beneficios de salud física y mental, según el estudio canadiense a largo plazo.

“La presencia de los padres en las comidas probablemente proporcione a los niños pequeños una interacción social de primera mano, conversaciones sobre temas sociales y sobre los asuntos cotidianos”, explicó la autora del estudio, Linda Pagani.

En la mesa de la familia, los niños aprenden interacciones prosociales en un ambiente familiar y emocionalmente seguro, añadió Pagani, profesora de psicoeducación en la Universidad de Montreal. “Experimentar formas positivas de comunicación probablemente ayude al niño a utilizar unas mejores habilidades comunicativas con personas ajenas a la unidad familiar”, dijo.

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En comparación con los niños que no tenían comidas familiares regularmente a los 6 años, los que sí las tenían presentaban unos niveles más altos de aptitud física, mejor comportamiento y unas mayores habilidades sociales a los 10 años. (F)