La mejor definición que le calzaría a Antony Burgess es el de intelectual total, su versatilidad artística lo demuestra. Escritor, cineasta, ensayista, articulista, guionista de cine, músico, son algunas de las facetas que desempeñó.

Su obra en sí es polémica y nunca dejó indiferente a nadie, irreverente contra lo políticamente correcto, especialmente contra la sagrada tradición británica. Sus artículos críticos contra Margaret Thatcher, su opinión sobre los Beatles, donde manifestaba que su importancia era más sociológica que artística porque rescataba las canciones de los viejos teatros de variedades de provincia o su manifiesto sobre la pornografía, donde sin tapujos dijo: “Antes de prohibir la pornografía debería prohibir la religión”, le acarreó las más aceradas críticas. Solo Burgess y su estilo podían darse ese lujo.

Su obra literaria entre novela y ensayo es numerosa, pero dos destacan entre su producción: La Naranja Mecánica escrita en 1962, es una distopía futurista sobre el mundo de las pandillas juveniles. Su personaje principal es Álex, un joven seguidor de la ultraviolencia, al que sus tropelías y salvajismo lo llevan a ser sometido a un método que lo condiciona a actuar pacíficamente.

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La novela es una aguda crítica no solo a la violencia, sino a los métodos que el Estado puede emplear para combatirla. Además la utilización de un lenguaje propio en la novela llamado nadsat, una mezcla del ruso y de la jerga inglesa suburbana, la hace más atractiva.

Cuando la obra se publicó, recibió críticas por la violencia de contenido y por la amoralidad del personaje, pero Burgess le da un final esperanzador, haciendo que Álex se redima.

Si La Naranja Mecánica le significó críticas enconadas, su novela Sinfonía Napoleónica le trajo las mayores alabanzas. Obra arriesgada, experimental y una mezcla de drama con comedia que le da una nueva connotación a la novela histórica.

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Aquí la vida de Napoleón Bonaparte, explicada hasta al detalle en miles de páginas por decenas de biógrafos, es tomada por Burgess como un reto. En la obra el Gran Corso es un personaje que camina entre la grandeza y la comicidad, siguiendo los movimientos musicales de la obra de Beethoven desde el inicial donde su vida está llena de éxitos y triunfos militares, hasta su exilio en la isla Santa Elena.

Burgess y su obra mostraron la grandeza y miseria del hombre como él mismo expresaría: “Me acusan de haber pecado contra la luz por haber mostrado a la humanidad tal y como esta es: gratuitamente agresiva y difícil de redimir del pecado original”. (O)