Msc. Rafael Montalván Barrera

Un interesante proyecto para consolidar la enseñanza de una obra literaria a partir de su lectura total es ‘El cementerio novelístico’, instalación artística diseñada para fusionar lectura, escritura y arte en un espacio significativo donde el concepto prima junto a la espontaneidad de los actuantes (lectores). En el caso que les detallo, la idea base se levantó después de la exploración de cuatro novelas emblemáticas del canon: ‘¿Quién mató a Palomino Molero?’, de Vargas Llosa; ‘Crónica de una muerte anunciada’, de García Márquez; ‘Aura’, de Carlos Fuentes; y ‘Los santos inocentes’, de Miguel Delibes.

Mis alumnos del paralelo Michigan de la UEPP Copol, para el montaje de esta instalación, eligieron a los muertos que consideraron más ‘atractivos’ de las obras leídas para exponerlos en una mini necrópolis construida con materiales reciclados (cartón, madera, caucho, lona, plástico,…) y ambientada con música, luces y efectos especiales que permitieron simular el aspecto lóbrego propio de un camposanto. Se pudo apreciar el féretro de Palomino junto a su madre Asunta que lloraba sin consuelo; el ataúd de Santiago cuya progenitora mostraba resignación y amargura; el sarcófago del señorito Iván y su opulencia manifiesta; la tumba simbólica del Gran Duque,... Pero la escena que alcanzó señales de espanto fue el osario del general Llorente, el eterno amor de la vieja Consuelo. Cada cripta mostraba sugestivos epitafios escritos por los mismos estudiantes que supieron vigorizar la instalación en un bien logrado acto comunicativo. (O)