Sudores, respiración pesada, pulso agitado, gritar, patear y golpear, dificultad para despertarse (si se logra, la persona mostrará confusión) y la mirada fija con los ojos bien abiertos son algunos de los síntomas de este trastorno.

La Clínica Mayo, en Estados Unidos, los describe como “episodios de miedo intenso en los que la persona grita y se agita estando dormida. Generalmente van de la mano con el sonambulismo”. Para los padres o los seres queridos presenciar el episodio puede ser muy traumático, porque el miedo que siente quien lo sufre es muy evidente en su rostro.

Científicamente, el trastorno se conoce como parasomnia, que se define como una reacción anormal del sistema nervioso que ocurre durante el sueño. Es totalmente distinto a las pesadillas. Estas ocurren en la segunda parte de la noche, en una etapa en la que se puede soñar. Los terrores nocturnos tienen lugar en la primera parte del sueño, en la que no es posible soñar, explica el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. El mal sueño se puede recordar a la mañana siguiente, el terror nocturno, no.

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La condición es más frecuente en los niños. Según la Asociación Estadounidense del Sueño, un 15 % la sufre. (I)