Guayacán, cabo de hacha, bototillo, colorada, guasmo, yuca de ratón, amarillo, jobo, palo de vaca, pijío, lluvia de oro, acacia roja, son especies que integran el diseño paisajístico de urbanizaciones como Villa Club o Villa del Rey, ubicadas al costado de la avenida León Febres-Cordero (en Daule), donde se ha emprendido una iniciativa de reforestación.

Se los ve en los parterres, áreas sociales, así como en los patios delanteros y posteriores de las villas y se entremezclan con plantas ornamentales o palmeras. César Arellano, asesor ambiental de estos complejos urbanísticos, explica que construirlos implicó la remoción de la vegetación natural de estas zonas, es decir, deforestar, pero en estos casos lo que se hizo fue trasladarlas a otros espacios para que al momento de diseñar las áreas verdes de todas las etapas en las que están divididas, estas especies puedan ser trasplantadas.

“El tronco es más grueso en proporción a las ramas. Eso te identifica que es un árbol transplantado”, comenta Arellano al señalar uno de los árboles que ahora crece en un redondel.

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Él aclara que antes de la construcción de las viviendas se hace un censo de los árboles que hay en la zona, se los identifica, enumera y se los trasplanta “acorde al diámetro y a la capacidad que tienen ellos para reubicarse, así esté sano o si está enfermo...”, dice.

Asimismo, repara en que hay que considerar que la zona donde se asienta Villa Club es un área intervenida para la explotación de material pétreo. “Entonces, si bien es cierto que hacemos un inventario de las especies, nosotros estamos urbanizando sitios que no tienen cobertura vegetal. Hasta cierto punto compensamos porque obviamente estamos devolviendo, pues un área urbanizable con áreas verdes”, sostiene.

Adicionalmente, estas urbanizaciones cuentan con viveros donde nacen especies endémicas y ornamentales y donde también hacen compostaje con las hojas de los árboles que se secan, dice Jhon Alvarado, quien trabaja en el vivero. Esto, añade Arellano, permitirá ir reduciendo el uso de químicos.

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En el vivero de Villa del Rey trabajan cuatro personas. Alvarado comenta que la producción diaria es de un promedio de 400 árboles, pero han llegado a tener días en los que se alcanzan los 500 o 600.

Esa producción se inicia en los semilleros donde las semillas pasan 20 días siendo regadas a diario para luego ser distribuidas en el vivero por tipos de especies y edad.

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Los pijíos, por ejemplo, ya tienen 3 meses y Alvarado dice que ya es tiempo de trasladarlos a la vía principal. Es así como en Villa Club ya se han trasplantado 451 árboles; en Villa del Rey, 4.000, y 680, en proceso.

Mario García, residente de la etapa Luna de Villa Club, señala que las aves han encontrado un hábitat por medio de esta iniciativa: “En mi casa tengo bastantísimas, más que todo como ha habido cambio de árboles los pájaros buscan migrar a árboles donde puedan hacer su nido”.

Este tipo de iniciativas de conservación lo motivó a comprar allí su casa hace tres años. “Que mis hijos se críen en un lugar donde también haya árboles y no solo cemento”, comenta García, quien es consultor ambiental y también intenta impulsar un programa de reciclaje –que práctica en su casa–: “Si podemos minimizar el envío de basura allá (a los botaderos), mejor. Es una de las iniciativas que estoy conversando con la gente”.

A las casas en su urbanización se las entrega con una palma y una tabebuia y en los parterres, actualmente, se están trasplantando ejemplares de bototillo y lluvia de oro. El pago de las alícuotas permite el mantenimiento de estas áreas verdes, señala Arellano.

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