Carlos Icaza Estrada
Especial para EL UNIVERSO

En una entrevista exclusiva para EL UNIVERSO, John Maxwell Coetzee, escritor sudafricano, ganador del premio Nobel 2003 y dos veces ganador del famoso premio Booker a la novela inglesa, trató diferentes temas, desde la literatura hasta la política. El escritor se negó a darla en persona, y respondió a un cuestionario escrito.

Sobre la relación entre su pasado y su lengua natal, Coetzee resalta el papel importante de la política en la selección de esta: “Mi bisabuelo era polaco de nacimiento, pero fue enviado a escuelas alemanas porque el alemán era la lengua imperial en Silesia [antigua región de Europa Oriental, cuyo territorio actualmente es compartido entre Alemania, Polonia, República Checa y Eslovaquia], y por lo tanto el único camino al avance material. Emigró a Sudáfrica e hizo que sus niños se educaran en escuelas de lengua inglesa porque el inglés era la lengua imperial de Sur África. Mandar los niños de uno a ser educados en la lengua imperial es un fenómeno muy común por todo el mundo”.

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Continuando con la cuestión de la lengua, dijo lo siguiente en referencia a la relación entre los escritores poscoloniales y la lengua de la metrópoli: “África ha sido sorprendentemente acogedora a las lenguas excoloniales, al inglés, francés y portugués. No ha habido resistencia a gran escala al uso de estas lenguas en África poscolonial. Para la mayoría de escritores africanos, una u otra de estas se ha convertido en la lengua de expresión literaria.

“La única excepción a esta generalización tiene que ver con el afrikáans, la lengua que creció en Sur África a partir del holandés. En la Sur África actual hay una fuerte resistencia, entre los surafricanos negros, al uso del afrikáans en la educación, por la asociación de la lengua con el régimen apartheid. Para mí, esto es triste porque el afrikáans fue creado en gran parte por surafricanos nativos durante su interacción con colonos blancos”.

A la pregunta de si cree que considera que hay similitudes entre la Commonwealth –la comunidad de antiguas colonias del imperio británico– y América Latina, por el uso de una sola lengua imperial, Coetzee respondió: “El Commonwealth, conocido antes como el British Commonwealth, es una colección de antiguas colonias del Reino Unido. En el caso de colonias fundadas por colonos como Australia y Nueva Zelandia, los lazos culturales con el Reino Unido se mantienen bien. Para la mayoría de las antiguas colonias, sin embargo, ser miembros del Commonwealth no tiene significado cultural alguno. No parece haber alguna analogía entre América Latina y Commonwealth”.

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Sobre su conocimiento de la cultura latinoamericana hasta la actualidad, añadió: “He visitado América Latina unas seis veces en los últimos años, pero no me parece que conozco la cultura de cada uno de los numerosos países de la región más que superficialmente. Mi conocimiento de la literatura latinoamericana viene en general de las traducciones al inglés. Solo recientemente he comenzado a leer autores latinoamericanos en su lengua original”.

En una de sus autobiografías noveladas, Juventud (2002), Coetzee describe la dificultad que tenía aprendiendo francés, comparado a su experiencia con el alemán. Sobre su experiencia con el español, comenta: “Mi conocimiento de español es rudimentario. Sin embargo, siento que el lenguaje es más agradable al principiante que el francés”.

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Aunque desde hace ya algunas décadas Coetzee se ha dedicado enteramente a la literatura, como describe en Juventud, al principio se dedicó al estudio de las matemáticas; en esta novela el narrador trabaja como ingeniero de sistemas en una gran transnacional, además de colaborar por un corto periodo en el desarrollo de un bombardero estratégico británico. Sobre la posible influencia que esto pudo haber tenido en su obra, responde: “No sé si mi pasado en matemáticas ha influenciado mi obra. Trato de pensar y escribir claramente. Hay temas en las matemáticas que todavía ejercitan mi mente. Escribí sobre algunos de ellos en Diario de un mal año”.

Hace pocos años se descubrieron documentos oficiales que muestran que el imperio británico manejo una red de campos de concentración en Kenia con el mismo propósito que durante la guerra Anglo-Bóer. Al preguntarle si considera que hay similitudes en las políticas represivas que se implementaron en Kenia y aquellas de la dictadura argentina (1976-1983), que también construyó campos de concentración, Coetzee respondió: “Los campos de concentración fueron inventados por los británicos. Eran parte de la estrategia británica para contrarrestar la guerra de guerrillas durante la Guerra Anglo-Bóer, 1899-1902. La estrategia consistía en destruir las haciendas de la población rural Bóer [descendientes de los primeros colonos holandeses] y recluir las familias en los campos, de esa manera quitándole a las guerrillas sus bases de apoyo. La tortura no era una característica de esos campos, aunque muchos de los presos murieron por enfermedad.

“La estrategia de los militares durante la dictadura en Argentina era completamente diferente. Por lo tanto, no creo que es productivo comparar a los británicos y argentinos”, dijo.

Sobre la lucha de gobiernos de tendencia socialista contra el neoliberalismo Coetzee añadió: “El éxito de la filosofía económica del neoliberalismo me causa tanta perplejidad como al resto del mundo. El neoliberalismo evidentemente deja en desventaja a la vasta mayoría de la humanidad. También es hostil a las enseñanzas centrales de la mayoría de las religiones del mundo. Lastimosamente no se puede decir que alguno de los sucesivos gobiernos de la ANC [African National Congress, el principal partido político surafricano posapartheid] ha hecho mucho para resistirlo. No tengo competencia para comentar sobre los gobiernos de América Latina”. (I)

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He visitado América Latina unas seis veces en los últimos años, pero no me parece que conozco la cultura de cada uno de los numerosos países de la región más que superficialmente”.J. M. Coetzee