El popular periodista y escritor peruano Jaime Bayly, que ha ventilado su vida privada y las de sus allegados en su programa de TV, su columna periodística y sus libros, dice que su obra más reciente, la novela autobiográfica El niño terrible y la escritora maldita, es "tal vez una manera de pedir perdón" a sus hijas mayores, quienes dejaron de hablarle tras sentirse humilladas públicamente por su padre.

"Yo creo que si ellas no se hubieran distanciado de mí, lo que fue un alejamiento que duró largos cuatro años, tal vez yo no habría escrito la novela", dijo Bayly en una entrevista reciente con AP. "Pero la escribí esos años en que me sentía tremendamente mal por haberlas defraudado como papá. Yo me sentía culpable. Yo sabía que debido a mis errores ellas se habían apartado. Y desde esa ausencia, desde ese dolor es que escribí la novela".

Publicada por el sello Vintage de Penguin Random House, El niño terrible y la escritora maldita (foto de la portada) cuenta la historia de amor de un "hombre-niño terrible" y una joven, Lolita, que a primera vista parecen más como padre e hija, y que están dispuestos a arriesgarlo todo en una relación tan apasionada como incomprendida.

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Como es ampliamente conocido por propia cuenta de los protagonistas, Bayly dejó a su primera esposa, la madre de sus hijas mayores, por un hombre con el que mantuvo una relación de casi una década. Y cuando menos imaginaba que podía volver a perder la cabeza por una mujer llegó Silvia Núñez del Arco, cuyo eventual embarazo causó un escándalo en su familia y los medios y terminó llevando a la pelea con sus hijas (hoy Del Arco, también escritora, es su esposa y la madre de su hija Zoe).

El libro combina muchas de las columnas que Bayly publicó sobre su vida privada en Perú21 (que en el libro figura como Siglo XI) con nuevos fragmentos que escribió para hilvanar la historia.

"He querido preservarlas porque son dos maneras de ir contando la historia: una es a través de esas columnas semanales que ventilan o airean por periódico mis conflictos sentimentales y otra es, ya pasados los años, lo que el narrador recuerda de todo aquello", explicó Bayly. "La ventaja de mantener esas columnas periodísticas es que, como las escribía muy en caliente, ... hay un montón de pequeños detalles que ... de no haberlos registrado, tal vez no los recordaría ocho años después".

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"Por otro lado también es interesante porque al publicar mi vida privada en esas columnas en un periódico, esto luego afectaba la trama, afectaba el humor de los personajes, complicaba más el drama", recordó. "Algunas de las personas aludidas en esas columnas periodísticas no se sentían a gusto, les molestaba que yo contara allí las peleas, las discusiones, los insultos, todo lo que iba ocurriendo".

Aunque la mayoría de los nombres han sido cambiados (Jaime Bayly pasa a ser Jaime Baylys; su esposa Silvia, Lucía; y su exesposa Sandra, Casandra), todo lo demás es, prácticamente, realidad. ¿Por qué, entonces, llamarlo "novela"? ¿Por qué hacer esos cambios si todos sabemos de quiénes estamos hablando? (Del Arco incluso aparece con Bayly en la portada).

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"Es una excelente pregunta. Podría haber dejado los nombres tal cual, podría no haber añadido la S al final de mi apellido. ¿Cuánto de novela hay? Muy poco. Casi nada. Yo te diría que la S al final de mi apellido y los nombres", responde el autor entre risas. "Esa es la cuota minúscula de ficción. Todo lo demás ocurrió tal como lo he contado".

Enormes heridas

Bayly siempre ha hablado sin tapujos sobre sexo, drogas, política, sobre sus riñas privadas... ¿Algún tema que considere tabú? ¿Algún tipo de pudor que le quede?

"El que me quedaba, pero creo que con esta novela se ha roto también, era, digamos, el pudor sobre la paternidad", manifestó. "Lo dije en muchas entrevistas hace muchos años: me perdonaría ser un mal periodista, me perdonaría ser un mal escritor, pero no me perdonaría ser un mal papá, no puedo fracasar como papá. Y esta novela es la crónica de mi fracaso (...) porque en unas circunstancias muy contrariadas, complejas, me equivoco y me equivoco gravemente y lastimo a mis hijas adolescentes y ellas se alejan de mí cuatro años".

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"Me ha costado trabajo recordar todo aquello", agregó. "Me ha costado mucho trabajo contarlo y reconocer que también como papá, digamos, en ese momento, fracasé y fue un fracaso miserable, muy doloroso".

Desde entonces sus hijas y él se han reencontrado y estas conocieron ya a su hermana menor, dijo. "Pero en ese momento tuve que vencer ese pudor para atreverme a contar los errores que había cometido".

Contar las intimidades de otros u ofenderlos públicamente le ha costado como un adulto relaciones con familiares, colegas, amigos. Pero la curiosidad de Bayly por la vida privada se remonta a la niñez, cuando dice que era feliz metiéndose en los cuartos de los empleados domésticos de su casa a las afueras de Lima para ver sus fotos familiares y objetos personales, y que les contaran de sus vidas. Es algo que sus padres le tenían prohibido.

"Siempre he creído que la vida privada es lo que mejor define a una persona", dijo el llamado 'Niño terrible', desde hace muchos años radicado en Miami. "En la vida pública todos mentimos, todos actuamos, todos fingimos un poquito más, un poquito menos. La vida pública implica unas concesiones, digamos, en aras de la civilidad, de la cortesía, pero a mí me encanta contar la vida privada. Me encanta". (I)