Lo más probable es que la bicicleta haya sido su medio de transporte preferido cuando era niño, le brindó sus primeras sensaciones de velocidad y libertad, pero en algún momento de la vida, arrumó su bici en la bodega de casa y al crecer compró un carro, al igual que lo hicieron miles de personas en su ciudad.

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Hace cuatro años había más de 400 mil autos en Guayaquil. De acuerdo con el último informe de calidad de aire realizado por el Municipio -hace 12 años cuando el parque automotor era menor-, la industria automotriz estaba en primer puesto entre los factores que causaban contaminación de la ciudad, aportando 16.556 toneladas de óxido de nitrógeno (NOx), el 60% que producía Guayaquil, y 52.213 toneladas de monóxido de carbono cada año, el 80% del total de emanaciones.

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Los autos son el medio de transporte más contaminante del mundo; y la bicicleta es, en cambio, el menos dañino, ya que promueve la sustentabilidad, una mejor calidad de vida, y ahorro de dinero y tiempo.

¿Bicicletas en Guayaquil?

Entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX, el ciclismo consiguió ubicarse como el deporte más popular de Guayaquil, según reseña el libro Memorias del Guayaquil Deportivo. El periodista e historiador deportivo Ricardo Vasconcellos cuenta que fueron miembros de la colonia italiana los que impulsaron esta actividad en la ciudad.

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Añade que las primeras bicicletas eran costosas ya que eran importadas y había que ser “más o menos pudiente” para tener una, pero se alquilaban bicicletas y los chicos podían hacer uso de ellas, ya que eran indispensables “para pasear, iniciar romances (...) hasta para ir a clases”,  y comenta que cuando él asistía al Vicente Rocafuerte, en los años 50, la mitad del alumnado iba en bicicleta al colegio.

Según Vasconcellos, aunque en las décadas de 1950 y 1960 se organizaban torneos ciclísticos en las calles de gran convocatoria, la cultura de usar la bicicleta como transporte se fue perdiendo con el auge de la industria automovilística, a mediados de la década de 1970, porque “el tráfico creció y empezaron los robos”, dice.

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Entonces la bicicleta empezó a ser considerada un transporte de estrato económico bajo, fenómeno que no solo se dio en Ecuador, sino en muchas ciudades del mundo. Hasta hoy, es un transporte utilizado por muchos trabajadores, sobre todo en el centro y sur de la ciudad: electricistas, mensajeros, albañiles, vendedores, se movilizan a diario en triciclos y bicicletas, con  canastos, tanques de gas, entregas de flores y sus utensilios de trabajo a cuestas. 

Pero la gente con posibilidades económicas decidió olvidar las bicicletas como medio de transporte. En Guayaquil, recién en los años noventa, el grupo Ecuador Aventura empezó a difundir nuevamente el ciclismo urbano.

Luego se crearon otras agrupaciones que perduran hasta hoy como Ciclistas de la Calle o Pedales del Sur. Hoy hay más de diez grupos que salen con una frecuencia casi diaria para promover el ciclismo en la ciudad, pero el uso de la bicicleta como medio de transporte no ha despegado del todo.

¿Cuál es el motivo?

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Andar en bicicleta en Guayaquil requiere de mucha paciencia. Segun Jimmy Martillo, líder de Ciclistas de la Calle, hay que ser “adivino, mago, acróbata y muchas cosas más” para ser un ciclista urbano, ya que esta no brinda las facilidades para serlo, pero finalmente, es muy gratificante.

Para Luis Valarezo, de Monobikers, la primera salida es la más difícil, pero después de un par de ocasiones se siente la diferencia entre andar en un carro y andar en la bicicleta, con ventaja, claro, de la bicicleta.

Ricardo Cedeño, de LostBikers, cree que la ciudad carece de infraestructura para el uso de la bicicleta, además de que es necesario que los conductores respeten al ciclista, pero que sí es posbile ver a la bicicleta como un medio de transporte, con los cambios culturales y de logística adecuados. Para él llegar a su trabajo en bicicleta es muy difícil porque las distancias son largas, pero su compañero de LostBikers, Max Souffriau, sí la usa para movilizarse a diario -no cuando llueve-, y tiene claro que esperar en un auto en largas filas de tráfico es demasiado estresante para él, así que prefiere ir sobre dos ruedas.

Catalina Vallejo, en cambio, solo sale por la ciudad de noche, o con respaldo de la ATM, porque opina que esta ciudad aún no tenemos la cultura ciclística de otros países. "Y es de ambos lados, muchas veces los ciclistas tampoco respetamos, lo que provoca agresión de parte de los conductores de autos", recalca. Ella prefiere hacer rutas por la vía a la costa y la del Spondylus. 

Entre los aspectos difíciles de ser un ciclista urbano están: el calor, la falta de vías para ciclistas, los pocos lugares de parqueo y el irrespeto de los conductores de automóviles y buses; lo mejor: disfrutar de la ciudad, no estresarse manejando ni esperando un bus y, en algunas ocasiones, ahorrar tiempo, dependiendo de las distancias a recorrer.

Al no estar acostumbrado a tener carros tan cerca, podrá ir tenso y algo estresado un poco, pero luego de perder el miedo, disfrutará de movilizarse en Guayaquil en bicicleta. El ciclismo lo mantendrá alerta, atento a los carros, a los peatones, a su cuerpo pedaleando. Pero ese estado lo llevará a una sensación de paz, mientras conoce la ciudad más de cerca.

Ir en bicicleta entre todo esto (dentro de las ciudades) es como navegar por las vías neuronales colectivas de una especie de enorme mente global (...) Una excursión por el interior de la psique colectiva de un grupo compacto de gente”. David Byrne, músico fundador de Talking Heads y ciclista urbano, autor del libro 'Diarios de bicicleta'.

El cazador de tendencias Juan Carlos Kreimer, autor del libro Bici Zen, al igual que David Byrne (autor del libro 'Diarios de bicicleta'), creen que andar en bicicleta te lleva a un estado de meditación. Kriemer detalla que lo logra con atención, respiración profunda y conciente, pedaleo tranquilo y relajación de los músculos de la parte superior de nuestro cuerpo. (I)