Solucionar problemas digitales es el motor de Hugo Pardo Kuklinski , consultor internacional en cultura y comunicación digital, así como en educación y gestión del conocimiento. Ese motor lo ha traído a Guayaquil.

El fundador de Outliers School, un proyecto que diseña ideas, llegó a la ciudad para participar en el taller 'Errores inteligentes en cultura digital', organizada por Universidad Casa Grande.

Pardo es doctor en comunicación, profesor visitante de la Universidad de Stanford y productor del sitio web digitalismo.com. Es también autor de los libros 'Opportunity Valley. Lecciones aún no aprendidas de 30 años de cultura digital' (2014), 'Geekonomía. Un radar para producir en el postdigitalismo' (2010), y 'Planeta Web 2.0. Inteligencia colectiva o medios fast food' (2007).

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Antes de su conferencia en Guayaquil, aceptó una entrevista con EL UNIVERSO.

¿Cuál es su descripción de 'cultura digital'?

Es toda interacción, producto o servicio que tenga algún componente de digitalización. A esto también se le podrían sumar las interacciones, prácticas y conceptos que, viniendo del campo de la digitalización, se apliquen a procesos analógicos.

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¿América Latina ha podido adaptarse económica y socialmente?

América Latina es muchas realidades diferentes, pero a nivel masivo falta una mayor y mejor adaptación a la cultura digital, especialmente en el ecosistema de la administración pública y la educación.

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¿Qué es el postdigitalismo?

Lo utilizo como un concepto un tanto precario. Lo menciono en Geekonomía, mi libro de 2010 (de descarga gratis en la red). La economía postdigital se define por la ubicuidad de los flujos digitales en las transacciones informacionales. La economía de la información está totalmente digitalizada. El término digital ha perdido capacidad de categorización. Cultura digital, sociedad digital, brecha digital son ideas que todos comprendemos pero son imprecisas.

¿Se está viviendo un postdigitalismo en América Latina?, ¿es trasngeneracional?

No es un tema generacional, sino de tribus. Puedes encontrar la misma tribu digitalizada en Guayaquil, Quito, Barcelona o Buenos Aires. Y estas tribus dialogan entre sí. Son adaptadores tempranos por absorción, y se comportan como exploradores valorando especialmente las nuevas experiencias digitales de consumo y producción desintermediadas. El reciente Manifiesto WIRED italiano dice que “Nuestras excelencias permanecen aisladas. Necesitamos nuevos mapas que las conecten y crear las condiciones para reiniciarlas.” Estos mapas locales y globales son creados por estas tribus de geeks.

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Entre las 10 lecciones transversales de la comunicación digital desde los 80 que usted expone, resalta el fenómeno de cibermediación. ¿Cuál es la lógica actual para interactuar con el mundo? (tanto para empresas como para individuos)

Escribo mucho sobre ello en mi último libro: Opportunity Valley. Lecciones no aprendidas de treinta años de contracultura digital (2014). Se trata de reiniciar la sociedad e innovar sin hablar tanto de innovación. Lo que algunas regiones y empresas ignoran es que la innovación no es nominal, sino que debe estar instaurada en el ADN organizacional como un proceso coherente y constante en el tiempo, donde los tomadores de decisiones promuevan olas de transformación como una visión compartida por todos. Gran parte de esa innovación son las nuevas intermediaciones, como UBER, AIRBNB, TripAdvisor o decenas de otra plataformas o servicios. ¿Qué ofrecen? Interacciones a menos clicks (más rápidas y eficientes) y una mejor y más económica relación entre el producto y el cliente. Son nuevos mercados basados en la creación de valor añadido en la industria digital.

Las diez lecciones de contracultura digital son:

1. Creciente reducción de costos de distribución de contenidos en Internet. Reducción de costos de hardware, software y conectividad.

2. Desintermediación o ciberintemediación.

3. En la larga cola digital, desarrollo de mercados diversificados y de alcance mundial.

4. Mayor simplicidad y ahorro de tiempo en producción, distribución y gestión.

5. El rol de los adaptadores tempranos en la economía de la atención.

6. La contaminación de las prácticas digitales en los procesos analógicos.

7. La creación de clusters (conjunto de empresas de un mismo sector, que colaboran y compiten entre sí) de innovación.

8. Ley del Like: el deseo de comunicación digital entre personas es directamente proporcional a las posibilidades de hacerlo fácilmente, gratis y en redes atractivas.

9. Pragmatismo político y empresarial para crear innovación digital en tiempos líquidos.

10. Economía de la reputación, más allá de los legitimadores tradicionales.

Menciona también la tendencia pragmática de la nueva generación. ¿Qué opina sobre esta visión?, ¿cuáles serían las ventajas y desventajas?

El pragmatismo consiste en cambiar antes de que estés obligado a hacerlo. No veo nada desventajoso en ser pragmáticos y moverse rápidamente y trabajando en red. Aportar soluciones a los problemas en un corto espacio de tiempo. Esas tribus de las que te hablaba antes tiene una gran virtud: son muy proactivas. Ed Catmull habla de “proteger lo nuevo. No esperes que las cosas sean perfectas antes de compartirlas con los demás. Muéstrelas pronto y hágalo a menudo.” Me gusta mucho esa idea.

¿Qué tenemos que aprender aún sobre la línea entre libertad y privacidad en la era digital (o postdigital)?

La mejor tecnología para el beneficio privado no es necesariamente la mejor tecnología para el bien público. Debemos estar muy atentos a lo que sucederá si los ciudadanos no toman control definitivo de la gestión de las redes e impiden que los gobiernos y las corporaciones utilicen los datos de todos para fines de espionaje o manipulación.

El nuevo tipo de espionaje denunciado por Edward Snowden y otros activistas quiebra el hasta ahora delicado balance entre el respeto a la privacidad de los usuarios en Internet y la utilización de sus datos para mejorar la experiencia del usuario. Porque ya no se trata de la gestión de los datos de los usuarios, de su privacidad o de quién es el propietario de los contenidos. Se trata de una posible guerra de la industria de Internet contra el propio gobierno norteamericano, quien es el responsable de legislar la gobernanza de Internet.

Luego esta el tema de cómo usamos las redes sociales. Las personas amamos compartir historias interesantes, divertidas o inteligentes y si se nos facilita la forma de compartirlos, lo amamos aún más. Pero allí lo que no se comparte es tan importante como lo que se comparte. Los seres humanos somos sociales, pero también apreciamos la privacidad. Dado tantos ejemplos improcedentes que se observan a diario sobre la construcción de marca digital, quizás se necesite una nueva alfabetización en gestión de la privacidad digital. Muchos estamos en eso.

Parte del trabajo que venimos a hacer a Ecuador con Outliers School tiene que ver con esto. Lo estratégicamente adecuado sería apostar por una mayor visibilidad digital, pero haciendo foco en los intereses profesionales. De esta manera, se limita el acceso a los aspectos más privados -mucho más aún en el campo de lo emocional- al amplio grafo social que ofrecen los medios sociales.


Coméntenos sobre su visita a Ecuador y el taller en Universidad Casa Grande. ¿A quiénes está dirigido?

Con Outliers School diseñamos un taller llamado Errores Inteligentes en Cultura Digital y esto es lo que vamos a realizar en la Universidad Casa Grande. La meta de este taller es desconectar el miedo al error para crear un entorno en el que cometer errores sea parte de la propia búsqueda hacia la creación original.

Para ser una empresa realmente creativa, hay que emprender cosas que puedan fallar. Las buenas ideas surgen en entornos que contienen una cierta cantidad de ruido y error. Estar en lo correcto mantiene a las personas en su lugar. Estar equivocado obliga a explorar y a innovar. Esto es lo que vamos a trabajar con Outliers School: asumir errores en prácticas de cultura digital y prototipar soluciones a otro plazo. (I)