Jessica Greaney, una joven de 19 años en Reino Unido, pensó que tenía una infección leve en el ojo, pero en realidad algo estaba comiendo su córnea.

Se trataba del Acanthamoeba keratis, un parásito que suele aparecer en una de cada 50 mil personas que usan lentes de contacto en su país.

El tratamiento la obligó a dejar de dormir por cuatro días consecutivos. Los médicos le ponían gotas en el ojo afectado cada media hora.

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La infección se contagia por el agua, pero es más común por usar lentes cosméticos. Cuando el líquido entra en contacto con este y la persona se lo pone, el parásito no tiene a donde ir y comienza a comer a través del ojo, causando dolor.

El Acanthamoeba keratis vive en otros organismos y puede causar daño permanente o ceguera si alcanza el ojo humano. Por el resto, es inofensivo para las personas.

Según los expertos, se entra en contacto con él cuando nos lavamos, nadamos o bebemos agua. Puede afectar a individuos con heridas en la córnea, así como a aquellos que usan lentes de contacto.

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En el caso de Greaney, ella afirma que tenía mucho cuidado con la limpieza de sus lentes, pero que siempre los guardaba junto a la ducha en el baño de su cuarto.

Es importante tener un hábito de limpieza de este elemento, muy útil en el día a día, para prevenir, bacterias, hongos y microorganismo que pueden adherirse a ellos.

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Entre las recomendaciones está el no dormir con ellos, pues la mayoría de los lentes de contacto no están diseñados para eso y su uso prolongado pueden maltratar la córnea; no bañarse o meterse a la piscina, ya que el agua puede transportar y propagar la ya mencionada rara y peligrosa infección provocada por este parásito unicelular; y desinfectarlos con solución especial, que debe renovarse cada vez que se los guarda. Asimismo, se debe tener cuidado e higiene al ponerlos y quitarlos.

Greaney todavía debe ponerse unas 20 golas al día para controlar la infección. (I)