Tras un viaje de tres horas en auto y una caminata de cuarenta minutos sobre planicies rocosas, grietas y nieve se llega a una de las cinco estaciones instaladas en la cobertura de nieve del volcán Antisana, de 5.753 metros de altura. Así lo explica Bolívar Cáceres, responsable del Programa Glaciares del Ecuador, que ejecuta el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) desde 1994 para verificar el retroceso de los casquetes de hielo en las siete cumbres con glaciares que tiene el Ecuador, uno de los impactos del cambio climático.

Estos periplos al Antisana se realizan cada mes. Según los últimos datos procesados tras el ascenso que realizaron en febrero pasado, en estas últimas dos décadas, solo el casquete de hielo de uno de los glaciares estudiados, denominado el 15 (la cumbre de un volcán está compuesta por varios glaciares), se redujo unos 210 metros en longitud. Mientras que se ha perdido un promedio anual de 610 milímetros equivalentes de agua, lo que ha implicado un adelgazamiento del casquete glaciar de alrededor de 30 metros de espesor de hielo que se ha derretido, explica Cáceres.

La pérdida de hielo del Antisana, considerando la técnica de fotogrametría (análisis de fotos aéreas realizadas desde 1956 hasta el 2011 cuando se analizó la última imagen), es de alrededor del 30%, lo que implica una reducción de 20 a 12 kilómetros cuadrados (km²).

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La actualización del estudio de fotogrametría del Antisana terminó en febrero pasado y se tiene previsto que los resultados sean presentados durante este año, dice Luis Maisincho, técnico que participa del Programa Glaciares del Ecuador.

La tasa de retroceso de los Andes tropicales ecuatorianos es de unos 25 metros de longitud anuales. Según el inventario nacional de glaciares elaborado por el Inamhi, en el país hay siete cumbres con cobertura glaciar. Estas son, por orden de altura: Chimborazo (6.310 m), Cotopaxi (5.897 m), Cayambe (5.790 m), Antisana, El Altar (5.319 m), Los Ilinizas (5.248 m) y Carihuairazo (5.110 m).

La cobertura de hielo total de estos nevados cubría una superficie de 92 km² durante la década del ochenta, según el Inamhi. Al 2010, esa área se redujo a 44 km². Es tres décadas el retroceso fue del 52%.

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Cáceres dice que estos datos están en proceso de actualización y está previsto contar con información actualizada a fines de este año. De estas cumbres, el Antisana es el más monitoreado por su importancia científica y social, dice Maisincho.

Sus glaciares tropicales son los que están más cercanos a la línea ecuatorial. Además, al estar situado no muy lejos del océano Pacífico permite registrar los fenómenos El Niño y La Niña, que implican la alteración de la temperatura del mar con consecuencias como exceso de lluvias o periodo de sequías.

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Su interés social radica en que parte del caudal que se genera del deshielo del Antisana es captado para dotar de agua a los barrios del sur de Quito. Alrededor del 2% del líquido que se consume en la capital proviene del deshielo del Antisana. Mientras que su aporte a la cuenca hídrica de alta montaña de la zona llega al 8%, dice Cáceres.

El estudio de los glaciares tropicales es clave ya que estas cumbres son reguladoras de las cuencas de alta montaña y del ecosistema páramo. Su preservación es vital como indicadores de cómo ha evolucionado el clima, dice Maisincho, a más del interés turístico, ya que al desaparecer se altera el paisaje postal de la zona. “No se puede decir con mucha certeza si van a desaparecer o no ni en qué tiempo ya que se requeriría de un largo periodo de análisis, pero los glaciares a nivel mundial tienen una tendencia al retroceso. La velocidad va a depender de factores, en este caso su tamaño, su pendiente y su ubicación”, explica este especialista.

De acuerdo con la tendencia de retroceso analizada, los glaciares que desaparecerían son los que cubren los picos del Carihuairazo y Los Ilinizas. “No podemos decir en cuánto tiempo porque esto puede variar. En las otras cumbres la cobertura de hielo se va a reducir, pero no va a desaparecer”, dice Cáceres, quien agrega que la disminución no puede verse como un proceso lineal ya que el comportamiento geológico es errático (hay periodos en los que el hielo baja y en otros sube).

El Carihuairazo y Los Ilinizas están en una situación más crítica porque han perdido su zona de acumulación y recuperación de hielo. “Los glaciares que están bajo los 5 mil metros de altura son los potenciales a desaparecer en las áreas tropicales. Podrían tener nieve, pero el problema es que se va directamente a los ríos sin convertirse en hielo”, agrega Maisincho.

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Otras cumbres como el Cotopaxi son más difíciles de analizar, debido a que el calor térmico que contiene por ser un volcán activo perturba la señal climática. Su reducción se ha verificado con fotogrametría y mediciones puntuales, según Maisincho.

Los cálculos indican que el casquete de hielo del Cotopaxi se redujo de 19,2 km² en 1976 a 11,8 km² en el 2006, el último cálculo realizado.

El estudio de cada glaciar ha tenido su técnica específica. En el caso del Chimborazo, la montaña más alta del país, en el 2000 se hizo una perforación en su cumbre para extraer una muestra de hielo de 60 metros y así reconstruir la evolución del clima en el mundo.