Robándole tiempo a familia, a su profesión y al sueño, Íñigo Salvador decidió presentar a su primera hija: una novela policiaca llamada Miércoles santo, que mira al Quito de antaño, que parece no haber evolucionado en casi 250 años.

Al ser su primera novela, ¿en qué se inspiró?
Hace 5 o 6 años, por pura casualidad, descubrí la obra del novelista sueco Henning Mankell y de su personaje, el inspector Kurt Wallander. Comencé a leer a varios autores de novela policiaca contemporánea y un día me planteé el proyecto de escribir una novela policiaca. Me había pasado redactando informes y alegatos jurídicos, y pensé que era hora de darle otro uso a mis destrezas literarias.

¿Cuál es la trama y por qué decidió hacerla histórica?
El típico de una novela detectivesca. Hay un crimen que conmociona a la ciudad de Quito en abril de 1765 y el teniente de alguacil Nuño Olmos tiene que resolverlo. Pero la investigación le obliga a enfrentarse con las rígidas estructuras de una sociedad estratificada, como era la de la Colonia, que a un mestizo como él le impone mil limitaciones. El mismo Olmos, consciente de su puesto en esa sociedad de castas, se autolimita y hasta se inhibe de enamorarse de la hija del oidor asesinado... Al final termina resolviendo el misterio de forma insólita.

Publicidad

¿Si comparara protagonistas con gente de estos días, a quiénes se asemejarían?
Más que un personaje específico, creo que es la sociedad quiteña del 2013 la que debe compararse con la de 1765. Sorprenderían las similitudes. Las mismas clases sociales llenas de prejuicios, las mismas actitudes de los poderosos frente a los débiles, las mismas formas, incluso de la arquitectura de la ciudad, los mismos mecanismos de corrupción político. El centro de la ciudad tiene incluso el mismo olor nauseabundo que debió tener en esa época, cuando la gente echaba sus aguas servidas a mitad de las calles. Pero la movilidad social es mayor ahora y la educación generalizada permite mayor permeabilidad entre los estratos sociales; eso es bueno.

En la novela el autor funge de árbitro, ¿por qué?
En la novela histórica el autor es de verdad un árbitro entre ficción y realidad. El argumento de la novela es puramente ficcional, pero como está ambientado en un entorno real, producto de una investigación histórica muy detenida, podría parecer que los hechos narrados también son verdaderos. Esa es la intención del autor, que la realidad le preste verosimilitud a la ficción y al final el lector termine sin poder distinguir bien la una de la otra. Si además, como en el caso de Miércoles santo, intervienen como protagonistas personajes históricos como Eugenio Espejo, aprendiz de médico; y el jesuita Juan Bautista Aguirre, sabio profesor de Física en la Universidad Gregoriana, esa sensación de incertidumbre sobre lo verdadero y lo fantástico se acentúa.

 

Publicidad

Detalles: Narrativa
Publicación

La presentación de la novela Miércoles santo es hoy, a las 19:00, en el Centro Cultural Benjamín Carrión de Quito.