Por: Crítica Gourman | elgourman@gmail.com

Si García Lorca hubiera conocido a un ecuatoriano de la Costa, hubiera repensado su Romance, y esa parte de la estrofa, “verde que te quiero verde”, tendría otra connotación. El verde para el guayaco es absolutamente fundamental en su mesa. Hay alimentos que han causado guerras, como el bacalao en Europa. Ese es el plátano aquí. A este producto, ícono de nuestra gastronomía, no le hemos dado la atención que se merece, lo cual intentaremos reparar en el futuro.

Uno de los mejores sitios para comer bolones de verde y tigrillos en Guayaquil es Viejo Verde. Queda en la ciudadela Puerto Azul, entrando por la puerta 3, en una pequeña plaza comercial.

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Así, en mesas exteriores con parasoles, probamos bolón de maduro, de verde y el tigrillo. Lo mejor de Viejo Verde es el tigrillo. La proporción perfecta de verde y huevo, que parecía escalfado, encontrando también pedazos de huevo duro, logrando que la masa sea plástica, de muy buena textura. No encontré un solo pedazo de grasa, todo el chicharrón era crujiente, de óptima calidad. Igual en el caso de los bolones.

El de maduro tenía un sabor peculiar. Yo lo prefiero con verde pintón. No había experimentado bolones con verde tan maduro con este, sumamente dulce. Pero sin duda, estuvo muy interesante. El de verde tradicional, excelente. Queso y chicharrón abundante y de buena calidad. El queso estaba derretido y entremezclado con el verde, dándole firmeza. Muy bien, pues son molestos los bolones resecos que se parten y desmoronan.

Otro buen sitio para comer verde es El Café Chonero, ubicado en la manzana 454 de Sauces 8. Como todos los locales de venta de productos especializados en plátano están abiertos solo hasta la 13:30. Realmente no entiendo este hábito de consumo. ¿Por qué privarse de un bolón o de una torta de verde en la tarde o en la cena? Su variación de tigrillo chonero, con longaniza manaba muy cocida y troceada finamente encima, gustó mucho. Tenía un poco de culantro picado, pero solo lo necesario para darle un toque especiado, sin que su sabor invada.

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La torta de verde era de buena textura. No fue muy pesada, la grasa justa. Su forma ayudó. Tanto el bolón como el tigrillo, generosos en chicharrón. El primero, bastante suave y con buen queso. Creo que podría lograrse el mismo sabor y textura con un poco menos de aceite. En los dos sitios visitados se puede disfrutar buenos platos con verde.

Siendo un producto tan flexible, mi crítica a todos los locales en general es la poca creatividad para generar variaciones. En mi casa probé empanizar bolones, recubrirlos con una fina costra de macadamias y nueces, tostarlos, etc. Se pueden construir con carne o camarones y no solo cerdo, o podrían probarse con vegetales aceitosos como el aguacate. Algunas de estas variaciones me gustaron. Otras no tanto. Pero hay que buscar variar. Con buenos locales dedicados a estos platos, me apena que nadie experimente. (O)