En la serie de televisión británica Casualty, que transcurre en un hospital, apareció hace un par de semanas la siguiente escena: un helicóptero médico está trasladando a un herido pero choca en el aire con un dron y se tambalea. En el aterrizaje de emergencia colisiona con una ambulancia, que a su vez acaba empotrada en el andamio de una obra.

Puede que el encadenamiento de catástrofes resulte un poco exagerado en este episodio, pero pese a ello muchos están preocupados porque se produzcan de verdad casos de este tipo. Desde que prácticamente cualquier persona puede comprar drones, cada vez hay más en el cielo, y con ello aumentan también los accidentes.

El peligro llevó a la organización a un congreso sobre el tema en Alemania de la Sociedad Aeroespacial y de Aviación, con la presencia de pilotos, científicos y políticos.

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Las autoridades de seguridad aérea germanas (DFS) estiman que en ese país hay 400.000 drones. En julio y en las dos primeras semanas de agosto se produjeron nueve accidentes con drones. “El uso incontrolado de los drones es un peligro”, opina Dieter Moormann, director del Instituto de Sistemas de Dinámica de Vuelo de Aquisgrán. “Los pilotos pierden el control, los sistemas se cuelgan y en determinado momento se precipitan al suelo, lo cual constituye una amenaza”.

Moormann subraya que hay reglas básicas fundamentales para quienes los tienen como hobby, como volar siempre dentro del área de visibilidad, pero que lo importante es que estas reglas “lleguen al usuario”.

Los expertos se dividen a partir de allí respecto de cómo debería ser este proceso. La DFS reclama incluso un carné de conducir para drones y el registro de los aparatos. “Como usuario de un dron, ¿sé que debo evitar los helicópteros? ¿Conozco si tengo permiso para sobrevolar aglomeraciones de gente?Todo eso se aprendería si uno hace un curso para sacarse el carné de drones”, dice Kristina Kelek, de la DFS.

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En las asociaciones de aeromodelismo no están de acuerdo. Por ejemplo, en Alemania un dron de uso comercial no puede superar los 100 metros. En los lugares sin regulaciones específicas –por ejemplo los aeropuertos las tienen– un piloto puede hacer subir el dron hasta 762 metros, pero siempre y cuando siga viéndolo.

Weigand está de acuerdo en que debería haber un número de matrícula, como con los automóviles, para que la Policía pueda perseguir a quienes infrinjan las leyes. Pero, en cuanto a los riesgos, cree que están siendo “exagerados”. “Si se miran las cifras, por el momento todo se queda en nada”, señala, y teme que no sea más que una estrategia para mantener el cielo libre para hacer negocios con los drones, por ejemplo, transportando paquetes o medicamentos.

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En cuanto se pasa al nivel de los vuelos fuera de la visibilidad, lo que ocurriría por ejemplo en el caso de servicios de paquetería, Moormann reconoce que aún no hay demasiada regulación, por lo que se está trabajando en diseñar las estrategias con las municipalidades y las autoridades de regulación aérea. (DPA)