La promoción turística de esta ciudad, además de por el trabajo que realizan las dependencias institucionales, también se nutre por las referencias de los visitantes cuya estadía placentera en esta urbe los mueve a hacer reseñas favorables que motivan a otras personas a elegir a Guayaquil como su siguiente destino.

En esa línea, preocupa conocer que el cerro Santa Ana, un ícono turístico de esta ciudad, presenta zonas oscuras que se han vuelto peligrosas para los visitantes por fallas en la iluminación, lo que ocasiona pérdidas para los locales ubicados en las escalinatas Diego Noboa.

El cerro Santa Ana atrae por la vistosidad de sus coloridas viviendas, su valor histórico y el ascenso de sus 444 gradas, entre las que los visitantes encuentran glorietas, museos, capilla, galerías de arte, tiendas de artesanía, cibercafés, bares y restaurantes, hasta llegar al faro que corona al antiguamente llamado Cerrito Verde, en cuyo torno se desarrolló Guayaquil. Los moradores del sector que comprende los escalones entre el 270 y el 320 refieren que las luminarias dañadas propician la presencia de arranchadores, y eso provoca que los visitantes se alejen.

La preservación de los espacios turísticos emblemáticos, como el cerro Santa Ana, requiere que su sostenibilidad se apoye en la economía local de quienes son parte de esa zona, y para ello las autoridades están llamadas a proveer de manera eficiente mantenimiento y seguridad.

Este Diario informó ayer que un equipo de la Fundación Siglo XXI acudió al sitio a verificar qué sectores presentaban afectación en iluminación, encontrando que algunas lámparas ya cumplieron su vida útil y otras aparentemente han sido vandalizadas, con el ofrecimiento de dar una solución a día seguido.

Se debe evitar el declive de las zonas turísticas de Guayaquil revitalizando sus atractivos, supervisando la eficiencia en los servicios que demandan los visitantes, como alojamiento, alimentación, transporte y guía, y procurando que la seguridad esté garantizada en esos espacios. (O)