La capacidad de los seres humanos de transformar su entorno y los hábitos adquiridos en la interacción social son dos componentes importantes a la hora de hallar respuestas ante los desafíos que se le presentan.

En el contexto del repunte de contagios de COVID-19 y de los últimos días de campaña para la segunda vuelta electoral, tanto los candidatos como la ciudadanía están llamados a actuar privilegiando la prevención, para garantizar la seguridad sanitaria de los electores.

La circulación de variantes del SARS-CoV-2 más virulentas y letales ha sido confirmada por la comunidad médica, que recomienda con énfasis no exponerse de manera innecesaria.

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El presidente del COE nacional, quien dio a conocer el pasado viernes las nuevas restricciones para las ocho provincias en las que rige el estado de excepción focalizado, puntualizó que los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República no deberán someterse a la restricción vehicular y podrán circular con sus respectivos salvoconductos, así como los integrantes acreditados de sus equipos de trabajo que cuenten con pruebas de COVID-19 negativas.

Sin embargo, el verdadero riesgo que conllevan los actos proselitistas radica en que no es posible controlar, entre los concurrentes a conversatorios, caminatas y caravanas, quién es portador del virus y quién no, pues en muchos casos no son visibles los síntomas y por eso las personas aparentemente sanas contribuyen a propagar el virus, siendo poco probable que en actos donde participan asistentes indistintos haya un estricto cumplimiento de los protocolos de bioseguridad.

Tanto el candidato de la coalición integrada por los movimientos Centro Democrático y Compromiso Social, Andrés Arauz, como Guillermo Lasso, de la alianza CREO-PSC, deben buscar alternativas para continuar con la difusión de sus propuestas sin que esto signifique un riesgo para los votantes. En ese sentido, representa un desafío el cierre de campaña previsto para el próximo 8 de abril. (O)