La pandemia de COVID-19 ha obligado a muchos sectores a modificar las condiciones en las que desarrollan sus operaciones. Así ha ocurrido con el sector del transporte, ya sea naviero, aéreo o terrestre. A medida que transcurre el tiempo se van ensayando posibles soluciones.

En Guayaquil, la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) y los propietarios de los buses no hallan punto de encuentro ante la demanda de incrementar el pasaje del transporte urbano. Los agremiados mantienen semiparalizado el servicio por más de diez días y han señalado que trabajarán con el 50 % de sus 2.700 unidades los días que sean necesarios.

La Federación de Transportistas Urbanos del Guayas (Fetug) aduce que el nivel de reactivación de los buses en Guayaquil es de un 55 % respecto de los usuarios que tenían antes de la pandemia y que de esa manera no pueden cubrir los costos de operación ni pagar las deudas por renovación de las unidades. Ya en febrero y mayo aplicaron la paralización parcial.

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En Ecuador, por décadas el gremio del transporte ha ejercido presión a los gobiernos en pos de defender los intereses de su sector.

Al delegarse a los Gobiernos autónomos descentralizados (GAD) la competencia del transporte, son los municipios los que deben resolver los temas tarifarios.

Por parte de agrupaciones sociales guayaquileñas se ha pedido a la Alcaldía que no se permita el incremento del pasaje, también con el argumento de las dificultades económicas que padece la ciudadanía, que también ha sido duramente golpeada por la pandemia. La postura del cabildo es no subir la tarifa de $ 0,30.

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Aunque los pasajeros deban esperar el doble de tiempo para la llegada del bus, tal vez la salida sea que los propietarios de buses, que brindan un servicio público, busquen alternativas a un negocio que ya no les resulta rentable. Esta posibilidad debe ser analizada no solo por la coyuntura de la pandemia, sino también por los cambios que se proyectan en la búsqueda de otros tipos de energía. (O)