Hoy no felicitemos a las mujeres ni les regalemos flores. Es el primer consejo que aparece en un documento que la Universidad de las Américas (UDLA) difundió hace un año y que además de explicar por qué cada 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, sostiene que es una fecha para reflexionar.

El 8 de marzo de 1908 un total de 129 mujeres murieron en un incendio en una fábrica de Estados Unidos, tras declararse en huelga. Ellas exigían mejoras laborales como una reducción de las horas de trabajo e igualdad en el salario con respecto a los hombres. El patrono ordenó el cierre de las puertas hasta que terminara la protesta, pero culminó en el incendio mortal. En otros países hubo, entonces, mujeres manifestándose por sus derechos.

Estos acontecimientos dieron paso a la conmemoración del Día de la Mujer y fueron impulso para la lucha femenina por muchos otros derechos. Desde entonces las féminas han alcanzado múltiples logros a pulso: educación, voto femenino, cargos públicos y privados de alto nivel, más allá de que en el último punto, en el caso del Ecuador solo se ha tenido una presidenta constitucional por sucesión y duró poco tiempo en el cargo.

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Con sus huellas perduran en la historia

Quedan asignaturas pendientes. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) señalan que más de la mitad de las personas sin empleo son mujeres, esto es el 51,2 %; el ingreso promedio mensual de la población femenina con trabajo fue de 406 dólares el año pasado, frente a 503 en el caso de los hombres.

La lucha de las mujeres por lograr sus objetivos, por la igualdad y respeto de derechos se mantiene en diferentes escenarios: una mujer que obtiene su bachillerato a los 70 años u otra que se recibe de abogada pagando sus estudios con el fruto de su trabajo como recolectora de basura –noticias recientes en EL UNIVERSO– ratifican que ellas son dignas de admiración y de flores. Reflexionar en lo que representa el 8 de marzo sí y reconocerlas todos los días también. (O)