Acusar a las redes sociales de ser cuna de racismo, discrimen, odio o polarización es un despropósito. Lo que permiten estas plataformas es evidenciar que en Ecuador estas prácticas están vigentes, más allá de leyes y convenciones internacionales de las que el país es signatario.

El 9 de marzo pasado un restaurante de Quito se convirtió en tendencia luego que una mujer negra denunciara que dos días antes fue víctima de discriminación por raza. Posteriormente, en un comunicado, el local justificó el hecho como falta de coordinación en el manejo de las reservas y aseguró que no existe una política discriminatoria por razones de etnia, orientación sexual, religión o política.

El estudio Tarima digital: estrategia política y de identidad racial que analizó la última campaña del candidato presidencial indígena Yaku Pérez en las redes sociales Facebook y Twitter detectó rasgos de discrimen racial en el 8,37 % de reacciones en la última red, ya desagregando a los troles.

Publicidad

El Ecuador de hoy no está libre del discrimen, racismo y regionalismo que en lo único que aportan es a la división. Justificarlo en una herencia del colonialismo es cómodo, corresponde a las autoridades y a los ciudadanos, en sus acciones diarias, eliminar estas prácticas dañinas.

Un video de un grupo de ciudadanos expresando su postura respecto al juicio político que se plantea en contra del presidente Guillermo Lasso es el más reciente objeto de reacciones virales, memes, condenas y defensas. ‘Ciudadanos de bien’, ‘blanquitos’, ‘su burbuja’, ‘gente decente’, se leen entre otros comentarios. Estigmatizar no es el camino, polarizar no hace bien a un país desgastado política y socialmente. Los argumentos, la búsqueda de soluciones es lo imperativo.

Alinearse con una postura o estar en desacuerdo es parte de la libertad de expresión, lo que no es correcto es el descrédito, el insulto. Ecuador merece mejores días, sumar voluntades, llegar a acuerdos, dejar de lado egos en favor del país es lo que se requiere de todos. (O)