Conflictos armados, inflación, contaminación, crimen transnacional, corrupción, migración, injerencia ideológica con fines desestabilizadores, entre otros problemas del mundo contemporáneo, influyen cada vez más en la economía y gobernabilidad de los países, volviéndose necesario abordarlos con una visión regional y con predominio de los valores democráticos.

La Novena Cumbre de las Américas, efectuada la semana pasada en Los Ángeles, reunió a los líderes de América del Norte, América del Sur, América Central y el Caribe en un momento de incertidumbre por las perspectivas pospandémicas, amenazas a las democracias, la crisis climática, así como de demanda por un mayor acceso a oportunidades.

La cita trazó el objetivo de frenar la migración irregular en el continente. Varios países estuvieron ausentes, algunos de ellos considerados no democráticos. Sin embargo, una veintena firmó la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección. Joe Biden, anfitrión del encuentro, declaró: “La migración ilegal no es aceptable y vamos a asegurar nuestras fronteras”. Entre tanto, una enorme multitud de 15.000 migrantes caminaba por México rumbo a Estados Unidos.

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El presidente Guillermo Lasso se refirió al proceso de regularización de migrantes que realiza Ecuador y pidió la “construcción de un marco económico regional más dinámico, una cooperación más clara, consistente” como condición indispensable para hablar de migración, instando a enfrentar los retos con mayor unidad para “llegar a una verdadera integración regional continental”. También pidió la solidaridad y apoyo del hemisferio para ganar la batalla contra las estructuras criminales que, dijo, “empañan los sueños de niños y jóvenes del continente”.

En el marco de la Cumbre, Ecuador se unió a la Alianza para el Desarrollo en Democracia, una iniciativa conformada por Costa Rica, Panamá y República Dominicana para abordar de forma conjunta asuntos económicos, migratorios y políticos. Casa adentro, cabe hacer igual. (O)

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